Fue un mito que sigue en pie. Zalacaín es un local a tener en cuenta para ocasiones especiales. Cocina de altura que se renueva con las estaciones y mantiene platos que le dieron fama.
Lo mejor de este restaurante, inaugurado en 1973, es el gran equipo capitaneado por José Jiménez Blas al cuidado de unas señoriales instalaciones y una bodega donde están todos los vinos del país. Como ellos mismos dicen: "La cocina se puede calificar de “Alta Cocina” siendo muy personalizada y teniendo en cuenta los productos de temporada".
La atención profesional y relajada está dirigida por un magnífico equipo de comedor al mando de Carmelo Pérez y cuidando la extraordinaria bodega Custodio Zamarra. En los fogones Juan Antonio Medina elabora una refinada cocina clásica con influencias vasco-navarras y buena materia prima. La vajilla es diseño de exclusivo para Zalacaín de la marca Villeroy & Boch y la cubertería es de Plata Meneses.
Tras 40 años de apertura, es una de las principales referencias gastronómicas. Es de los pocos restaurantes que posee la consideración de cinco tenedores y se considera –dicen el casa– "como el mejor representante del lujo y la exquisitez".
Pasan los años y Zalacaín sigue siendo una de las mesas favoritas de la jet en la capital.
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