La estación barcelonesa de Sants se llena de personas sin hogar

  • Los indigentes buscan refugio con la llegada del frío.
  • Aumentan su número debido a la crisis, son más jóvenes y cada vez hay más mujeres.
Diversos indigentes se preparan para pasar la noche en el exterior de la estación de Sants.
Diversos indigentes se preparan para pasar la noche en el exterior de la estación de Sants.
Hugo Fernández
Diversos indigentes se preparan para pasar la noche en el exterior de la estación de Sants.

Con la llegada del frío, las personas sin hogar buscan abrigo donde pueden: albergues sociales, cajeros automáticos... y estaciones de tren y autobús. Aunque la mayoría cierran por la noche, permanecen abiertas hasta bien tarde y abren de madrugada. Es lo que pasa en la estación de Sants, donde decenas de personas se refugian cada noche en sus cercanías.

Hace apenas un año, la Red de Atención a Personas Sin Hogar (XAPSLL) contabilizó 2.791 personas sin techo en la ciudad, lo que supone un incremento del 32,1% respeto a 2008. De ellas, 1.258 dormían en alojamientos de la Red (un 5,7% más), 695 vivían en asentamientos (casi tres veces más) y 838 pasaban la noche en la calle (un 27,4% más).

Un objetivo lejano

2010 fue el año europeo de lucha contra la pobreza y la exclusión social y, bajo el lema Imagina un 2015 sin nadie a la calle, la red de atención a personas sin techo de Barcelona presentó varias propuestas para conseguir que ninguna persona se viera obligada a dormir en la calle.

Este objetivo parece cada vez más difícil de lograr porque la crisis económica se ha agravado y cada vez hay más personas en riesgo de exclusión social. Hace falta recordar que cuando empezó la crisis, en 2008, había 2.113 personas sin hogar. "Hemos tenido 11 años de bonanza, pero teníamos un 18% de población viviendo en el umbral de la pobreza", se lamenta Olga Garcia, de la Fundación Arrels, para quien "la gente que vive en la calle es un indicador del bienestar social".

"Aunque no pasa de un día para otro, es muy fácil caer en esta situación", subraya. Primero se pierde el trabajo, al cabo de unos meses se agotan el subsidio de paro y otras ayudas, los ahorros se acaban... La ayuda que se les ofrece es atemporal. "En algunos casos, necesitan ayuda un año, en otros, cinco. Depende de cada caso, pero, cuanto más tiempo pasa, más difícil es salir", señala Tere Bermúdez, técnica del programa de inclusión social de Cáritas.

No sólo no tienen donde vivir, sino que, además, pueden sufrir diferentes enfermedades, trastornos mentales y adicciones como el alcoholismo. La esperanza de vida de los indigentes es de 58 años, lejos de los 79 que, por término medio, viven los barceloneses y los 85, de las barcelonesas.

En estos tres años, no sólo ha aumentado el número de personas sin hogar, sino que también ha cambiado su perfil. "Antes eran sobre todo hombres solos con trastornos mentales y ahora son más jóvenes y están más formados", explica Garcia. "También se ha feminizado y hay más mujeres", añaden desde la Fundación Mambré, que busca alojamiento para indigentes.

Ningún niño en la calle

La XAPSLL, formada por varias entidades y el Ayuntamiento de Barcelona, cuenta con dispositivos específicos para evitar que ningún niño duerma en la calle, pero cada vez deben atender a más familias que pierden su vivienda al no poder pagar el alquiler o la hipoteca. Algunas optan por vivir en asentamientos y otras ocupan o realquilan una habitación. "Siempre hemos tenido familias en riesgo, pero no tantas. De las 55.000 personas que atendimos en 2011, un 20% eran familias sin ingresos y otro 20% percibían menos de 600 euros al mes", alerta Bermúdez.

Esto ha obligado a Cáritas a doblar en un solo año el número de pisos para realquilar a familias desahuciadas o que malviven de realquiler, y ya cuenta con más de 210. "Hace falta cortar el ciclo hereditario de la pobreza", advierte Bermúdez, consciente de que la situación no ayuda, porque, como asegura Garcia y "sin querer ser catastrofistas, podemos perder toda una generación".

Nadie durmiendo en la calle

La Navidad es una gran oportunidad para las entidades tanto respecto a las donaciones como a la sensibilización de la población. Dada la situación actual, la campaña de Arrels, que empieza el lunes bajo el lema Nadie durmiendo en la calle, "será más reivindicativa y servirá para recordar que las personas sin hogar son personas con sentimientos", explica Garcia. Para acabar con esta problemática, "hace falta voluntad política de quien gobierna, pero la política la hacemos todos", recuerda. La campaña tendrá una especial incidencia en Internet y el acto central será el día 17, cuando la plaza de Sant Jaume se llenará de corazones.

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