Grace Weston reduce a dioramas mínimos las grandes tragedias, el miedo y el desastre

  • La artista estadounidense construye y luego retrata "viñetas teatrales" en las que esquematiza con humor negro cuestiones existenciales.
  • Los dioramas están realizados con miniaturas y juguetes y fotografiados con iluminación que acentúa el hiperrealismo.
  • Pretende responder a preguntas como: "¿Por qué estamos aquí? ¿Quién está al mando? ¿Son temerarios nuestros intentos de responder a esas preguntas?".
Los dioramas de Grace Weston juegan con el humor negro y las situaciones extremas
Los dioramas de Grace Weston juegan con el humor negro y las situaciones extremas
© Grace Weston
Los dioramas de Grace Weston juegan con el humor negro y las situaciones extremas

Un cervatillo sospechosamente parecido a Bambi se acerca con tierna curiosidad al cadáver de un cazador muerto sobre la nieve; un pájaro doméstico ha escapado de la jaula y se dispone a ser libre pero llevando consigo una maleta de tamaño humano; un ama de casa pasa la aspiradora mientras sostiene sobre su espalda un globo terráqueo; dos figuras decorativas de escayola reinterpretan la escena mitológica de Leda y el Cisne pero esta vez ella se niega al cortejo cuchillo en mano; un hombre lee el diario sentado en una silla colocada sobre un cubo de hielo y con una horca en el cuello...

El mundo de Grace Weston, fotógrafa estadounidense aficanda en Seattle, es de dimensiones mínimas pero grandes tragedias. Sus Stagged Vignettes (Viñetas teatrales) reducen a tamaño micro algunos de los grandes dilemas existenciales del ser humano: el miedo, la alienación, los sueños, la pasión... No se trata de obras con mensaje en el peor sentido: Weston tiene el buen gusto de aplicar una buena dosis de humor negro y fantasía a cada escena.

Empezó cuando era niña

Cultivó el gusto por los dioramas cuando era una cría más bien solitaria y con problemas de comunicación con el mundo. Para viajar a lugares imaginarios donde la vida le resultaba más fácil, construía mundos alternativos. "Me entretenía haciendo pequeños dioramas en una esquina de mi cuarto con juguetes y objetos que encontraba o construía. Me pasaba semanas mirándolos y reorganizándolos. Los dioramas fueron un gran consuelo en un mundo sobre el que yo no tenía control", explica en una declaración artística.

o Aprovechando aquella capacidad de "introspección intensa" y teniendo presente siempre el "mecanismo de defensa del humor", con Stagged Vignettes ha "regresado al punto de partida y, al mismo tiempo, a un lugar en el que nunca había estado". Tras estudiar fotografía y ganar más de un premio, Weston se ha concentrado en llevar los dioramas hacia lo que ella llama "paisajes psicológicos".

"Ansiedades comunes a los adultos"

Aunque admite que las viñetas, que construye con mucha paciencia y un cuidado extremo por los detalles, la composición y los tonos de color, están "destinadas a entretener", quiere dejar claro que hay también un ejercicio introspectivo que no es menos profundo porque se valga de miniaturas o de muñecos.

La artista dice que explora "los dilemas y temores" personales con elementos infantiles porque las fantasías de los niños "están punteadas con ansiedades comunes a los adultos", como la sensación de que siempre "el desastre se cierne en el horizonte". Los retratos de los dioramas, última etapa de una labor meticulosa, están iluminados "para acentuar los colores vivos con humor y tensión psicológica, como un mecanismo que nos ayude a reírnos de nosotros mismos".

Aunque insiste en que han de disfrutarse teniendo en cuenta su tono ligero, Weston formula unas cuantas dudas personales que, según precisa, están tras estas viñetas de falsa candidez: "¿Por qué estamos aquí? ¿Quién está al mando? ¿Cómo surcar las aguas? ¿Son temerarios nuestros intentos de responder a esas preguntas?". Quizá la respuesta a todas las tenga la muñeca sentada el sillón-Dalí tomando un café mientras, a su espalda y sin que ella se inmute, dos conejos se miden a tiros por su amor.

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