El joven de etnia gitana Alfredo M.L, buscado por su supuesta implicación en el tiroteo del sábado en la discoteca La Rosaleda, donde dos porteros resultaron heridos, continúa libre pese a que durante la mañana del martes estuvo en los juzgados.
Acudió a la Audiencia Provincial para compartir banquillo junto a su primo, José R.L, y responder por otro delito de tráfico de drogas. Abandonó tranquilamente el edificio y luego, a la carrera, se subió a un furgón donde ya le esperaban y desapareció del lugar.
El otro supuesto implicado en la reyerta, de nacionalidad colombiana, se entregó hoy en el juzgado.
En unos minutos
Alfredo M.L, quien acudió al Palacio de Justicia con una camiseta del Real Madrid, apenas permaneció unos minutos en el banquillo junto a su primo ya que la vista no llegó a celebrarse. Ambos se conformaron con una pena de 3 años de cárcel y el pago de multas por valor de 8.255 euros.
Nada más concluir el juicio, y a pesar de que distintos policías se hallaban en los pasillos para testificar en el juicio y otros más se encontraban en el exterior, el joven salió tranquilamente del lugar.
Incomprensiblemente, la Policía Nacional no hizo nada por detener al joven, que desde la madrugada del sábado había sido perfectamente identificado como uno de los implicados en el tiroteo de la Rosaleda y estaba siendo buscado.
De hecho, su propio abogado defensor en el juicio por drogas, Julio Fernández Segura, se mostró sorprendido por lo ocurrido ya que, según apuntó, tanto él como el joven esperaban que la detención se produjera inmediatamente a la conclusión de la vista.
El colombiano
Quien sí se entregó voluntariamente en el Juzgado de Instrucción número 6 fue el otro presunto implicado, un joven de nacionalidad colombiana, con el fin de explicar lo sucedido.
De los dos porteros, uno recibió un tiro en el muslo derecho y ya ha sido dado de alta, y el segundo permanece ingresado en planta.
Al parecer, el tiroteo se produjo cuando los dos autores del mismo y la joven que les acompañaba consideraron una discriminación el hecho de que los porteros les cobraran a cada uno 25 euros por permitirles la entrada a la discoteca.
Las discrepancias se saldaron minutos después cuando uno de los dos implicados sacó un revólver y efectuó un total de cuatro disparos, dos de los cuales alcanzaron a los dos porteros.
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