La labor de estos profesionales no es fácil. Muchos perros van a zonas como Penamoa y para recogerlos tienen que ir escoltados por la Policía Nacional. «Nos rompen los cristales o nos rajan las ruedas», afirma Rosi.
Todos buscan un padre adoptivo
En la perrera, las mascotas no tienen nombre, pero sí ganas de que alguien les dé cariño. Cada animal posee su propia jaula, con agua y un lugar resguardado de la lluvia. Pese a los abandonos, muchos coruñeses acuden cada semana para incinerar a sus mascotas del alma y se llevan las cenizas a su casa en una caja (imagen derecha).
3,60 euros gasta el Ayuntamiento en alimentar, lavar y desparasitar cada perro al día.
Rosi Guerra López. Directora perrera
«Nosotros no somos los malos de la película»
Rosi ya es como una madre en la perrera municipal. Adora a los animales y se le ponen los pelos de punta cuando ve casos de maltrato.
¿Qué opina de lo de Aguiño?
Fue algo terrible. Tiene que saberse y denunciarse, y hay que castigar a los que no saben tratar a sus perros.
¿Se ha registrado algún caso similar en A Coruña?
Hace dos meses nos avisó la Policía de que había un hombre intentando colgar a su perro de un árbol en la zona de A Sardiñeira.
¿Reciben críticas de las protectoras de animales?
No somos los malos de la película. Los cuidamos y les damos cariño.
BIO
Es de Sada. Trabaja en la perrera desde hace diez años. Cuca (con ella en la foto) la sigue a todas partes.
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