¿Contenta con la medalla?

Doblemente contenta porque sintiéndome en deuda con el cine español, que me ha permitido hacer la carrera que he querido, es paradójico que sea él quien me dé este premio.

¿Le han hecho alguna vez una entrevista sin preguntarle por su padre?

(Risas) Ninguna.

¿Nunca le ha molestado?

Nunca me molestó ser la hija de, al contrario. Me aproveché de eso desde niña. En el cole me hacían los deberes a cambio de llevarles a casa y presentarles a Charlot.

En una ocasión la confundieron con la hija de otro.

(Carcajada) Una vez, una señora me dijo que si era la hija de uno de los de el gordo y el flaco. Ahora, los hijos de mis vecinos, que ven las películas de mi padre, le preguntan a sus padres si están seguros de que soy la hija de Charlot y no la madre.

¿Y eso?

Me ven tan vieja y tan arrugada... (risas).

La que ha seguido sus pasos es su hija...

Está en Londres estudiando arte dramático y es muy buena. Es alta, morena y muy corpulenta. Parece más hija de Sofía Loren que mía.

¿A quién ha salido?

A su padre, que es sudaca y muy guapo (risas).

¿Pesan las arrugas para trabajar?

Sí, aunque quedamos muy pocas viejas con arrugas y eso es una suerte. Ayer hubo un casting donde se requerían arrugas y sólo se presentaron tres actrices. Una de ellas era Jacqueline Bisset.

¿Qué supone para usted la familia Saura?

Mi familia. Compartí muchos años con Carlos y lo quiero tanto... Sus hijos los siento como míos.

¿Para quién trabajaría?

Volvería a trabajar con Almodóvar.

Desde su papel en Hable con ella, usted es bailarina para muchos...

Eso es lo que yo querría haber sido, pero la danza me abandonó a mí. Porque era muy mala (risas).

Una larga carrera

Su primer trabajo le llegó con 8 años y de la mano de su padre. Fue en Candilejas en 1952.

‘El doctor Zhivago’ (1966): Fue la película que la trajo a España durante catorce meses y gracias a la cual se quedó aquí para siempre.

‘Pippermint Frappé’ (1967): Fue la primera de las muchas películas que rodó bajo la dirección de Carlos Saura y es: Los grandes directores europeos y norteamericanos se interesan por ella. Hace una media de cuatro películas por año.

1998: Regresa a las pantallas españolas con Finisterre. Luego llegarían éxitos como Y tú qué harías por amor, En la ciudad sin límites y Hable con ella.