El testigo número 122 de la defensa del denominado 'Caso Kárate' ha asegurado que el principal imputado, Fernando Torres Baena, aglutinaba gran parte de las licencias de la Federación de Kárate en Gran Canaria.

Así lo ha manifestado en su declaración durante el juicio que se celebra en la Sala VI de la Audiencia Provincial de Las Palmas y donde se juzgan delitos de abusos sexuales o corrupción de menores, entre otros.

Durante la declaración del testigo 122, que fue asesor jurídico de la Federación de Kárate de Gran Canaria durante la presidencia de Torres Baena en dicha organización, además de asistir a los imputados cuando se le detuvieron y estar presente en la declaración de otros testigos, informó de que la citada Federación, antes de que llegara Torres Baena a la presidencia, tenía entre 600 y 800 licencias.

Sin embargo, añadió, que cuando entró a presidir la organización Fernando Torres Baena el número de licencias alcanzó las 1.000, perteneciendo a él, aproximadamente, unas 600, mientras que las restantes se las repartían entre el resto de clubes de la isla.

Esta diferencia de licencias que tenía el club de Torres Baena a diferencia del resto, para el testigo 122, se debía a que el principal imputado en el 'Caso Kárate' era el que "profesionalmente, más y mejor se dedicaba a esto, por formación y porque será de los más antiguos" en la isla.

De todos modos, ha reconocido que las rencillas en dicho deporte "siempre" han existido, admitiendo que Torres Baena era objeto de ellas aunque al igual, dijo, que podían ser otros.

Asimismo, se ha referido a la rivalidad que existía entre la Federación de Kárate de Gran Canaria con la de Tenerife y a su vez con el organismo a nivel regional debido, matizó, a que Gran Canaria "con menos licencias, tenías más resultados" a diferencia de Tenerife.

Resaltan la "cercanía" entre profesores y alumnos

En este martes también han declarado otros testigos, todos ellos competidores en el mundo del kárate a nivel regional, nacional e incluso internacional, que han destacado la relación de "cercanía" entre los profesores del club de Torres Baena y los alumnos aunque también han negado haber visto comportamientos "extraños" en lo que se refiere al ámbito sexual.

Al respecto, el testigo número 81, que practicó kárate en el gimnasio de Torres Baena desde los 14 y hasta los 22 años de edad, sí admitió haber bajado en tres ocasiones al chalet de Vargas, ubicado en el sur de la isla de Gran Canaria, para estar en una convivencia, así como para recoger material antes de una competición y para celebrar un 'asadero' (fiesta de amigos).

Asimismo, matizó que durmió en el chalet, donde presumiblemente se realizaban 'orgías', en dos de las tres ocasiones en las que bajó (en la primera y en la tercera), señalando que no bajó más veces porque tampoco le invitaron.

Otro de los hechos que evidenció el testigo 81 fue el de que se saludaban con 'picos' aunque reconoció que no era un saludo que lo hiciera todo el mundo y él mismo admitió que se los daba con Ivonne y María José. En concreto, señaló que "en determinadas ocasiones y con algunas personas concretas sí" se los daba.

Por otro lado, algo en lo que han coincidido los testigos de la defensa es el hecho de que para ellos no existía un grupo de elegidos, y han diferenciado entre competidores y no competidores.

Las testigos 88 y 89, ambas competidoras y que pertenecen al club de la pareja del imputado Juan Luis Benítez, el Open Kárate, han negado haber bajado al chalet de Vargas aunque la primera de ellas admite que Ivonne González, también imputada, le propuso ir en dos ocasiones para realizar entrenamientos pero ella lo rechazó por motivos familiares; mientras que la testigo 89 ha asegurado que no bajaba porque no quería.

Finalmente, otro de los testigos de la defensa que declaró, ha sido un vecino de Fernando Torres Baena en la zona del chalet de Vargas. En concreto, el testigo 125, que ha negado tener ninguna relación docente con los imputados aunque sí que afirmó haber estado en el chalet y pernoctar una noche en el mismo indicando que él no veía "nada raro".