Urkullu, un líder pragmático que busca votos en la equidistancia

  • Haciendo honor a su talante moderado, Urkullu está desarrollando una campaña sin estridencias, sin hablar de soberanía y enfocando su discurso en la crisis.
  • Su nombramiento como presidente del PNV atemperó las fuerzas contrapuestas del PNV que amagaban con una ruptura entre soberanistas y autonomistas.
  • Es el segundo dirigente del PNV (tras Carlos Garaicoetxea) que aspira a la Lehendakaritza desde la presidencia del partido.
  • ENCUESTA CIS: El PNV ganará sin mayoría absoluta.
  • A FONDO: Todas las claves sobre las elecciones vascas.
El presidente del PNV y candidato a Lehendakari, Iñigo Urkullu.
El presidente del PNV y candidato a Lehendakari, Iñigo Urkullu.
EFE / ARCHIVO
El presidente del PNV y candidato a Lehendakari, Iñigo Urkullu.

Para entender la figura de Iñigo Urkullu hay que retroceder el tiempo. Aproximadamente siete años. El entonces lehendakari, Juan José Ibarretexe, alentado por el ala soberanista del PNV, había presentado en 2005 un plan de autodeterminación en el Congreso (el llamado Plan Ibarretxe) que supuso un envite al orden constitucional español. Fue rechazado en las Cortes por una aplastante mayoría. Pero dejó una herida abierta en el partido. En la otra orilla, la facción autonomista del PNV consideraba que el 'Estado Libre Asociado' proyectado por Ibarretexe había ido demasiado lejos. Entre ellos, Josu Jon Imaz, el presidente del partido, que acabó renunciando a seguir peleando entre facciones. Era 2007 y el PNV se encontraba en un marasmo inextricable. Del embrollo, surgió la figura de consenso de Urkullu.

Conocido por su aversión a la estridencia, Iñigo Urkullu Renteria (Alonsotegui, 51 años) surgió como punto intermedio de las fuerzas centrípetas del PNV que amagaban con una ruptura entre soberanistas y autonomistas. "Cabe en la Constitución el derecho a decidir", precisó en su primer discurso como presidente del partido, tras ser elegido por unanimidad el 2 de diciembre de 2007. Un discurso que no satisfizo a los más soberanistas —como Egibar o Ibarretxe—, que además se marcharon de aquella Asamblea con una 'bronca' indirecta de su nuevo líder por su aventura secesionista en el Congreso: "Se dice que querer es poder, lamentablemente no es cierto", dijo Urkullu.

Fue una frase soterrada, sin ánimo de ofender, ni de provocar más fricción en un partido que Urkullu, como su nuevo presidente, aspiraba a recomponer. El candidato a lehendakari por el PNV en las elecciones del 21 de octubre llevaba desde los 16 años militando en el partido. Y a los 23 ya había abandonado su fugaz trabajo como maestro de ikastola —es diplomado en Magisterio— para dedicarse a la política. Fue miembro en los noventa del Bizkai Buru Batzar (la Ejecutiva del PNV vizcaíno) antes de convertirse en su presidente en el año 2000. Su peso en el PNV fue creciendo, hasta que en 2007 se convirtió en su líder y en 2012 amarró la reelección. Ahora, es el segundo dirigente (tras Carlos Garaicoetxea) que aspira a la Lehendakaritza desde la presidencia peneuvista.

Una apuesta desde el sosiego

Haciendo honor a su talante moderado, Urkullu, casado y con tres hijos, está desarrollando una campaña de equidistancia. Ha asumido los errores en el pasado del PNV ("No haber insistido en nuestros principios éticos [contra el terrorismo] fue un error"), se ha apartado del federalismo del PSOE ("No me suena bien") porque considera que los derechos históricos de Euskadi no deberían replicarse al resto de autonomías, y se ha mostrado cercano a EH Bildu para arañarles votantes nacionalistas ("Estamos más cerca de ellos que del PP por razones identitarias"). A Bildusegunda formación tras el PNV en las recientes encuestas— también les ha enviado, sin embargo, un mensaje para frenar su euforia y robarles algunos sufragios: "Cuando nos pegaban tiros, nosotros construíamos las instituciones a las que ahora llegan (...) Creen que Euskadi nació en el momento en el que decidieron su reinserción política".

Aunque Urkullu, sobre todo, ha evitado usar la palabra "independencia" o "referéndum" para no enfangarse en la misma espiral de Cataluña. Además, Euskadi no tiene un problema de ingresos. El Concierto Vasco ya existe. Y Urkullu no desea volver a varear el árbol cuando el fruto ya está recogido. "El Parlamento vasco ya aprobó una ley de Consulta que fue declarada inconstitucional por el Constitucional", dijo en la presentación del programa del PNV para el 21-O. Otra muestra del pragmatismo que impregna su estilo. Ahora toca la crisis y así lo expresó además en el Alderdi Eguna, hace un par de semanas, cuando insistió en el "derecho a decidir" de los vascos, pero lo aparcó en la lista de tareas del "mañana". Urkullu calcula que intensificar el discurso independentista solo serviría para fortalecer a Bildu.

Y es que Urkullu no puede permitirse otro fracaso para el PNV. Lo fue el 'Plan Ibarretxe'. Y lo fue perder en 2009 el Gobierno vasco —la alianza entre PSE y PP colocó a Patxi López como lehendakari— por vez primera en la España de las autonomías. Así que calculadora en mano, explicando a los ciudadanos hasta dónde se puede llegar y hasta donde "ahora no toca", Urkullu intenta atemperar su enraizado nacionalismo —es hijo de trabajador metalúrgico y de profesora de ikastola y se crió hablando euskera— para seducir a los votantes desde la equidistancia con un afán aglutinador de votos. Tranquilo. Pragmático. Pero sin perder el objetivo. Para el presidente del PNV, esa meta, avanzar en el nuevo estatus político de Euskadi, no tocará hasta 2015. Y para entonces, podría abordarla desde su despacho en el Palacio de Ajuria Enea.

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