La isla de Robinson Crusoe existe en los mares del Sur

  • Es una de las islas del archipiélago Juan Fernández, en el Pacífico.
  • Sus 900 habitantes son herederos y guardianes de una historia de leyendas.
  • La novela de Daniel Defoe, publicada en 1719, está inspirada en las aventuras que el marinero escocés Alejandro Selkirk vivió en estas lejanas tierras.
La isla de Robinson Crusoe forma parte del archipiélago de Juan Fernández.
La isla de Robinson Crusoe forma parte del archipiélago de Juan Fernández.
WIKIPEDIA/Serpentus
La isla de Robinson Crusoe forma parte del archipiélago de Juan Fernández.

Daniel Defoe se hizo inmortal al escribir la historia de Robinson Crusoe. Y como casi todas las historias tuvo su inspiración en la realidad. Robinson se llamaba en realidad Alejandro Selkirk y la isla en la que vivió junto a Viernes sus desventuras existe y está en aguas de Chile. El lugar no tiene reminiscencias anglosajonas; es el archipiélago Juan Fernández.

Refugio de piratas y prisión de malhechores, el archipiélago Juan Fernández guarda en sus entrañas decenas de misterios y probablemente más de un tesoro que un obstinado estadounidense está empeñado en desenterrar. En el Pacífico, a unos 670 kilómetros del litoral central del Chile continental, sus cerca de 900 habitantes son los herederos y guardianes de una historia cargada de leyendas.

Fue el español Juan Fernández el primer europeo que descubrió este archipiélago el 22 de noviembre de 1574, cuando se internó mar adentro para buscar una ruta de navegación más rápida entre Perú y Penco, a unos 500 kilómetros al sur de Santiago.

Años después de tomar posesión de las islas, los colonizadores españoles la abandonaron y, por su situación privilegiada en el Pacífico Sur, se convirtieron en refugio de piratas y corsarios, especialmente ingleses y franceses.

Así lo relata Victorio Bertullo, historiador y encargado de la biblioteca de la isla Robinson Crusoe, la única habitada del archipiélago, que está compuesto además por el cercano islote Santa Clara y por la isla Alejandro Selkirk, a unos 180 kilómetros de distancia.

Robinson era Selkirk

La novela de Daniel Defoe, publicada en 1719, está inspirada en las aventuras que el marinero escocés Alejandro Selkirk vivió en estas lejanas tierras. Selkirk "fue abandonado como castigo por no obedecer las órdenes del capitán Stradling, del navío "Cinque Ports", en 1704, y permaneció solo durante cuatro años y cuatro meses, hasta que en febrero de 1709 fue rescatado por el capitán Woodes Rogers, del barco inglés 'Duke'", cuenta Bertullo.

En ese tiempo, asegura el historiador, el marinero escocés vivió durante una época donde actualmente se encuentra el poblado San Juan Bautista, alrededor de Bahía Cumberland, y trepaba la empinada ladera hasta lo que hoy se conoce como "el mirador de Selkirk".

Selkirk venía al único punto de la isla donde se pueden contemplar las dos laderas del engranaje montañoso que la divide a avistar algún barco que lo pudiera rescatar. Una placa escrita en inglés lo recuerda. Ese es, de hecho, el único punto de la isla donde se pueden contemplar las dos laderas del engranaje montañoso que la divide: a la izquierda, la bahía y el poblado de San Juan Bautista; a la derecha, riscos, acantilados y laderas de un verde inmaculado.

A apenas dos kilómetros de esa vertiente prácticamente virgen se levanta el islote de Santa Clara. Y mientras el visitante contempla el espectáculo que antaño presenció Selkirk, una tenue bruma avanza por el horizonte y cubre con un manto blanco ese entorno paradisiaco.

Buscando el tesoro

A unos quince minutos en bote desde Bahía Cumberland se puede arribar a Puerto Inglés. En esa pequeña cala empedrada está la llamada Cueva de Robinson Crusoe, en la que vivió Alejandro Selkirk.

"La historia dice que ese fue su primer refugio, pero conforme se fueron agotando los chivos (cabras) que sacrificaba, y para que no le descubrieran los barcos españoles, tuvo que trasladarse a otro sector que se llama Buenas Aguas", cuenta Rudy Aravena, expresidente de la Cámara de Comercio y Turismo de la isla. Arqueólogos del National Geographic que encontraron una brújula y se dio data de que allí tuvo su segunda casa.

Pero Puerto Inglés es también el epicentro de la perseverante búsqueda de Bernard Keiser, un holandés nacionalizado estadounidense que desde 1995 ha invertido miles de dólares en intentar hallar algún tesoro escondido.

Uno de ellos podría haber sido enterrado en 1714 por el español Juan Esteban Ubilla y Echevarría y estaría compuesto por 800 barriles de oro valorados en 10.000 millones dólares, cien cofres con plata, piedras preciosas y una rosa de oro y esmeraldas.

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