Un grupo reventó la protesta del 25-S pese al rechazo de la mayoría de los manifestantes

Los antidisturbios de la Policía Nacional carga contra los manifestantes, esta noche en la madrileña Plaza de Neptuno, durante la marcha de protesta que la Coordinadora 25S y la Plataforma en Pie han convocado esta tarde en la capital en torno a la iniciativa "Rodea el Congreso".
Los antidisturbios de la Policía Nacional carga contra los manifestantes, esta noche en la madrileña Plaza de Neptuno, durante la marcha de protesta que la Coordinadora 25S y la Plataforma en Pie han convocado esta tarde en la capital en torno a la iniciativa "Rodea el Congreso".
Alberto Martín / EFE
Los antidisturbios de la Policía Nacional carga contra los manifestantes, esta noche en la madrileña Plaza de Neptuno, durante la marcha de protesta que la Coordinadora 25S y la Plataforma en Pie han convocado esta tarde en la capital en torno a la iniciativa "Rodea el Congreso".

19.30 horas del 25-S. En la plaza de Cánovas del Castillo (glorieta de Neptuno), dos mujeres y un hombre de entre 40 y 50 años abroncan a una docena de jóvenes con el rostro cubierto. Quieren disuadirles de que 'revienten' la manifestación que pretende rodear el Congreso de los Diputados, pero los encapuchados lo tienen claro. Antes de mandar a sus moderados interlocutores "a tomar por culo", ya tienen decidido lo que harán una hora y media después: "Vamos a atacar a los putos maderos. Tenemos que defendernos".

El grupo se encuentra a 45 metros de la barrera policial que bloquea el paso hacia el Congreso de los Diputados, sobre los parterres que adornan el pequeño aparcamiento existente en el inicio del Paseo del Prado, frente a la esquina Museo Thyssen-Bornemisza.

Siete de sus componentes ocultan su rostro con las capuchas de sus sudaderas y bragas militares negras. Dos llevan pasamontañas, uno de ellos, casero. Su portador ha hecho los agujeros para los ojos la boca y la nariz de manera rudimentaria. Entre las ropas, anchas, asoman algunas porras. Completamente visibles, llevan palos con banderas rojas y negras, sin insignias.

No están solos. A 20 metros, justo frente a los antidisturbios, otras 15 personas con sudaderas oscuras les hacen señas. Son los mismos que, alrededor de las 21.10 horas, se armarán con escudos —hechos con tapas de cubos de basura y escondidos tras una pancarta— y provocarán y golpearán a los agentes hasta desatar la primera gran barrida policial de la noche.

Golpes a radicales y pacíficos

La acción, planeada desde horas antes y ejecutada sin disimulo, fue recogida y transmitida en directo por las cámaras de Televisión Española. Pero los objetivos captaron mucho más.

Justo antes del inicio de la carga, una mujer de mediana edad se interpone entre los atacantes y los antidisturbios con los brazos en alto. A pie de calle se le oye gritar "¡Parad! ¡No!". Se lleva las manos a la cara y, con impotencia, termina por retirarse. Apenas dos segundos después, un antidisturbios es alcanzado por un banderazo en la pierna y comienza la carga.

Los uniformados avanzan en línea recta. Pasan por encima de los escudos de los radicales y golpean indistintamente a todos los que encuentran a su paso. Los pacíficos han perdido el pulso y reciben más que nadie. Las cámaras recogen tres detenciones, pero fuera de su campo de visión son más. Un agente que ha quedado aislado es pateado y lanzado al suelo en dos ocasiones por los manifestantes hasta que sus compañeros logran alcanzarle.

La situación se descontrola y más jóvenes con la cara cubierta lanzan vallas contra los agentes. Les llueven objetos. Dos furgonetas blindadas avanzan repentinamente desde el centro de la barrera del Congreso para asustar a los congregados y tomar posiciones. Finalmente la Policía decide liberar su lado de la glorieta y carga, tras una advertencia pero sin miramientos, en las aceras del Thyssen y el Hotel NH Prado, donde el resto de manifestantes se agolpa en masa. Solo los que hacen caso a las primeras instrucciones de desalojo se libran de los golpes. La mayoría de las caras son de miedo.

En este momento, los autores del origen de la refriega ya se han mezclado con el resto de ciudadanos. Han pasado 12 minutos desde el inicio de los incidentes. El Samur no da abasto para atender a los heridos. Las porras (defensas, en lenguaje policial), se han empleado a fondo, tanto por encima como por debajo de la cintura.

Las carreras seguirán durante una hora y media más por toda la plaza y se prolongarán hasta Atocha, hacia donde la Policía ha conducido a otro millar de personas a base de disparos de salvas. Durante ese período, los antidisturbios detendrán a dos mujeres por intentar grabar la detención de una tercera. Tres agentes aporrearán repetidamente a una joven que circulaba junto a ellos y al chico que intentaba pedirles explicaciones. Los andenes de la estación de Cercanías serán testigos de nuevos golpes.

Agentes infiltrados

El vídeo de TVE muestra una imagen sorprendente para muchos. Tras la carga de inicio, tres hombres con sudadera, capucha y la cara oculta por bragas militares arrastran a un hombre mientras son escoltados por los antidisturbios. Son policías de paisano infiltrados en la protesta.

Un cuarto agente fue golpeado por sus compañeros al ser confundido con uno de los provocadores, como se puede observar en el siguiente vídeo de A la calle TV. El policía grita "Que soy compañero, coño", para intentar zafarse de los golpes.

Fuentes del Ministerio del Interior reconocen su presencia entre los manifestantes, "como en todas las convocatorias de este tipo". No es ninguna novedad. A las 19.30 horas, testigos directos identificaron a dos agentes de paisano vigilando al núcleo duro de radicales que terminó reventando la protesta. Poco antes del ataque, los mismos agentes se dirigieron al lado izquierdo del cordón de seguridad que rodeaba el Congreso y comunicaron a los mandos de la UIP las intenciones del grupo. Cuando este llegó a la primera línea, los antidisturbios ya estaban preparados.

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