Irene Escolar: "Sobre el escenario siento que lo domino todo"

  • La joven actriz madrileña de 23 años se sincera con 'el mensual' de 20 minutos.
  • Su precoz carrera la ha deparado papeles en el teatro, televisión y cine.
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La actriz Irene Escolar posa para 'el mensual' de 20 minutos.
La actriz Irene Escolar posa para 'el mensual' de 20 minutos.
BELÉN CERVIÑO
La actriz Irene Escolar posa para 'el mensual' de 20 minutos.

Su voz es dulce, pura ambrosía para el paladar auditivo. Y siempre acompaña su discurso, pausado, sí, pero también amigo de la reflexión, con una delicada forma de gesticular que resulta embriagadoramente seductora. Delicada y simpática. Y serenamente inquieta ante cualquier estímulo del entorno. Buena conversadora. Dotada con la hermosura de los rasgos finos. Porcelana. O puro terciopelo humano. Tal es el poso que deja Irene Escolar (Madrid, 1988), una joven talento de la interpretación española con la que el refranero se vuelve paradigmático.

De casta le viene al galgo, que se dice. Irene encasta con una de las dinastías con más solera, la de los Gutiérrez-Caba. Vaya por delante un pequeño esbozo genealógico: nieta de la fallecida Irene, sobrina-nieta de Julia y Emilio e hija del productor José Luis Escolar y de Lourdes Navarro. A la sexta Irene de la saga también le van las tablas. Y cómo. Hasta podría afirmarse que la envuelve una especie de aura proteatral que periódicamente encuentra referencias en su discurso.

Sí. No hay duda. El teatro es su pasión. La televisión y el cine no le resultan extraños. En la gran pantalla protagonizó una inolvidable carrera dentífrica con Javier Gutiérrez en la jacobea Al final del Camino (2009). En Los girasoles ciegos (2008) era una embarazada empujada al exilio. Pero es sobre los escenarios donde está cimentando su carrera. Bajo la dirección de Miguel del Arco, Irene refulge en De ratones y hombres, con la que, tras su éxito en Madrid, Bilbao, Valladolid y Sevilla, retoma este octubre la gira por España. México les espera en marzo.

No vamos a ser originales formulando esta cuestión, pero ¿cómo se vive la circunstancia de proceder de una familia tan prestigiosa?

Lo veo lo más normal del mundo porque es mi familia, mi cercanía. Para mí lo primordial es que la familia es simplemente eso. Que sean actores o tengan vínculos con este mundo no deja de ser una casualidad, porque si tus padres son maestros, o médicos, o cualquier otra profesión, no tienes por qué dedicarte a lo mismo que ellos. No es una garantía. No es un aval. Pero sí te permite un acceso a la cultura y a este mundo. Desde pequeña he vivido muy de cerca los teatros o los estudios, muchas de las conversaciones de casa giraban sobre lo que se hacía o sobre lo que no se hacía... Me ha ayudado a valorarlo. Y también, cuando decidí ser actriz, para encontrar el apoyo de toda mi familia.

¿La actuación es extrapolable al día a día?

En la vida no se actúa. Se puede mentir, se puede fingir, te puedes comportar de una u otra forma según qué circunstancias, puedes echarle mas morro a ciertas situaciones... pero eso no es actuar. Aunque cuando actúas te metes en esas circunstancias.

Con tanto artista en la familia, las cenas de Navidad tienen que ser tremendísimas...

[Sonríe] ¡Todo es lo más normal del mundo!  No somos una familia muy numerosa y en una cena así contamos muchas anécdotas, como en todas las casas. Claro, tienen un punto de interpretación porque mis tíos las cuentan maravillosamente, pero nada especial.

Siempre se ha dicho que el teatro aporta el renombre, el cine alimenta la fama y la televisión es la que da el dinero...

Y es verdad. El teatro da más prestigio porque es más difícil. El cine refuerza la notoriedad porque lo ve mucha gente y la televisión es la que genera más dinero. Pero los tres medios son complementarios. Aunque también distintos y con sus complejidades. Hay gente que deslegitima la tele y el cine. No creo que sea para tanto, porque todas las cosas que se hacen bien son interesantes. Para mí el teatro es lo más, pero simplemente porque así lo creo, no porque los otros sean malos.

¿Por qué 'lo más'? ¿Herencia? ¿Genética?

Porque lo que me hace sentir es especial, inigualable. Lo que pasa en ese momento no sucederá nunca más de igual forma. Y la cercanía del público. Imagínate seis, ocho, diez personas trabajando solo para el espectador.

Ese sentimiento convierte en especial su caso. La ficción de la pequeña pantalla ha forjado nuevos nombres que el cine ha captado...

El teatro es algo absolutamente vocacional. Sobre el escenario es donde me siento más segura, donde siento que podría hacer cualquier cosa, porque cada nuevo montaje es más complejo y voy superando nuevos retos. Esta evolución actoral no la hubiera vivido fuera del teatro. Además he tenido la suerte de encontrarme con compañeros y personas en las que me gustaría convertirme. Auténticos referentes. He tenido la oportunidad de trabajar con magníficos directores. Sí, también en el cine. He estado a las órdenes de Carlos Saura, de Vicente Aranda, de José Luis Cuerda... Pero el cine me ha aportado cosas distintas. Quizá porque no me ha llegado el personaje adecuado o alguna otra razón que ignoro. Pero el teatro, siempre lo digo, ha cuidado mucho de mí. Y en muchos sentidos.

¿Para el futuro, ante todo y sobre todo teatro?

¡Siempre que cuenten conmigo! De verdad, no podría vivir sin teatro. Es una forma de vida. Una vez le escuché estas palabras a Núria Espert en una entrevista y con mucho cariño se las robo, porque para mí también lo es.

'La niña que podía hacer de perro'

Muchos de los juegos de la infancia de Irene no eran otra cosa que representaciones improvisadas con las amigas. Teatro desde la niñez. Recuerda la anécdota que vivió con la abuela Irene, a la que acompañó a una representación tras una comida familiar dominical. La inquieta niña quería salir al escenario a toda costa. "No, porque no sabes leer". La disuasión no frenó los ímpetus de la pequeña. "Le dije que entonces podría hacer de perro (ríe). Siempre lo cuento, pero me parece una anécdota muy bonita".

¿Cuántos años tenía entonces?

Cinco o seis. Y con nueve hice María Pineda.

Eso sí que es precocidad...

¡Lo tenía clarísimo! No hace mucho me entrevistaron junto a Emilio y a Julia, y mi tío afirmaba que todas las Irenes de la familia han sido muy vocacionales para la interpretación... ¡Debe ser una casualidad!

Su nombre procede del griego, significa 'paz' y dicen que los así llamados son serenos, pausados, prudentes,... ¿Se cumple en usted?

Hummm... No me puedo analizar a mí misma, pero sí intento ser muy reflexiva. Pienso mucho las cosas y les doy mil vueltas. Le doy mucha importancia a las decisiones...

¿Nada de nervio? ¿De verdad?

Tengo mi genio. Intento no enfadarme, pero en ocasiones aparece el pronto. Y cuando sale, me surge esa pasión y esa vehemencia que también está bien para actuar.

Inició estudios de Periodismo, cursa Filología Inglesa, coquetea con la guitarra... ¿De dónde le viene tanta inquietud?

Me gusta aprender, es incontrolable. En el colegio sacaba buenas notas. Para ser actriz creo que toda experiencia, cualquier conocimiento, es positivo. Cuanto más sepas, mejor. El tiempo está para aprovecharlo. Me siento improductiva si se alargan las vacaciones... El poeta Robert Burns escribió un poema en el que John Steinbeck se inspiró para escribir De ratones y hombres. Lo conocí gracias a los estudios de Filología Inglesa. Me dio un plus, lo pude contextualizar antes de trabajarlo. Y pude traducirlo, algo que me gusta.

¿También le interesa la traducción?

Me encanta. Es algo que se me da bien.

Y en la medida que se pone en el lugar de otro también tiene un poco de actuación...

En ocasiones leo textos que sí, están bien escritos, pero no se ajustan a como se expresa la gente. No se ha tenido en cuenta que esas palabras habría que pronunciarlas después. Leídos en voz alta no suenan bien.

Llegar al alma de las palabras...

Me interesa de dónde viene una expresión, o qué querría decir el autor exactamente...

Su repertorio de personajes es amplio y sigue creciendo, pero ¿alguno que le gustaría interpretar y aún no ha podido?

[Piensa] La Laura Winfield que ideó Tenesse Williams en El zoo de cristal. También me gustaría hacer  alguna obra de Shakespeare en inglés... Y me atrae Anna Christie, una historia sobre la familia que escribió Eugene O'Neill. Ella frisa los 35 años y creo que dentro de poco podría hacerlo bien.

¿Realmente se puede renunciar a un personaje por edad, no es un reto adicional?

Los personajes es mejor interpretarlos cuando eres más mayor. Tienes más experiencia personal y, sobre todo, profesional. Una vez hice el papel de una niña de 14 años. Con esa edad no me hubiera resultado tan fácil.

Las críticas para De ratones y hombres fueron magníficas. ¿El halago debilita?

El teatro no te deja esa oportunidad porque no te deja acomodarte. Una crítica puede ser buena, pero la siguiente justo todo lo contrario. Además, con cada nuevo proyecto siempre te vuelve el miedo.

¿A estas alturas palpa el miedo escénico?

No, el miedo surge cuando vas a comenzar el proyecto. Porque no se sabe bien por dónde va a ir, qué va a pasar... Una vez que estás ensayando, no hay ninguno. No le pierdes el respeto, pero te sientes libre.

¿Y qué se siente ahí arriba?

Una gran seguridad. Que puedo con todo... Podríamos llamarlo plenitud. Siento que lo domino todo y me gusta que pasen cosas.

¿Qué hay de las supersticiones teatrales?

Bueno... soy supersticiosa, aunque he subido a un escenario de amarillo. Pero si lo puedo evitar, lo evito_(sonríe).

¿Y en un futuro piensa en la dirección?

No a día de hoy. Sé claramente que no valdría. No quiero hacer algo que otra persona podría hacer mejor. Sí, se puede aprender a escribir, a interpretar... se mejorará con la práctica, pero necesitas una base, una intuición, algo innato. La buena formación es importante, pero sin unos mimbres es más difícil.

¿La reconocen por la calle?

Ni muchísimo menos. Y es una suerte, porque así me puedo fijar en los demás. Cuando dejas de ser anónimo, esa posibilidad se pierde y es un pequeño fallo como actor.

Eso no depende directamente de usted y a lo mejor esta entrevista le fastidia el plan...

(Risas). ¡No, no! Lo he vivido veces contadas. Y son ocasiones bonitas. Porque suele ser gente que me ha visto en el teatro, que ha pagado una entrada, que se acuerda de ti... Y es muy respetuosa y atenta.

¿Qué tal su experiencia estival en el Laboratorio Internacional de Teatro de Venecia?

¡Maravillosa! La Biennalle es estupenda para encontrarte con actores, directores y escritores de otros países y compartir experiencias. Declan Donnellan es uno de los directores que más admiro, he aprendido mucho de él y su forma de entender el teatro.

Muchas (y buenas) tablas a sus todavía 23 años

Amante de Galicia, dichosa de vivir en el centro, la escena es un alimento para Irene. "Me resultaría imposible vivir sin un teatro o un cine cerca". Habla la espectadora. A sus todavía 23 años (cumple 24 el día 19 de octubre), como actriz ha sido dirigida por los directores teatrales Mario Gas (Las 50 voces de Don Juan, Adiós a la bohemia), Álex Rigola (Días mejores, Rock'n'Roll), Andrés Lima (El mal de la juventud), Álex Mañas (Íncubo), Manuel de Benito (Oleanna; en la foto), Gerardo Vera (Agosto, Condado de Osage) y Miguel del Arco (De ratones y hombres).

¿Y qué opina la ciudadana de la crisis? "Me genera angustia. No sabemos dónde vamos ni dónde deberíamos ir. Y eso es lo que más miedo da. Se han hecho las cosas mal y ahora lo pagamos nosotros. Con los recortes en educación y cultura se pierde la esencia, lo importante en una sociedad".

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