Luces, cámara... ¡DESTRUCCIÓN! Así es la segunda temporada de 'The Boys'

Sam Raimi le dio a Eric Kripke un consejo que el creador de The Boys sigue a rajatabla: “Crea personajes que amas para después torturarlos”. La segunda temporada del fenómeno superheroico más subversivo, brutal y desvergonzado de la pequeña pantalla llevará esta premisa un paso más allá, nos promete Kripke: “Un error común al hacer la segunda parte de una serie de éxito es intentar que sea más grande y espectacular, cuando la clave está en profundizar, retar a los protagonistas con dilemas más intensos”.

Así, los nuevos episodios parten de la siguiente pregunta: “¿Qué es lo peor que puede pasarle a cada uno de los personajes? Hagamos eso”. Dicho y hecho. Tras una primera entrega de violencia salvaje, vísceras y bebés con miradas láser que revientan cráneos, la serie satírica y antiheroica basada en los cómics de Garth Ennis y Darick Robertson vuelve con el firme propósito de martirizar aún más a sus sufridos personajes.

Este es el principal cometido de Stan Edgar (Giancarlo Esposito) como director general de Vought, el organismo detrás de los ‘súper’. “Para Edgar, esta es una compañía farmaceútica que vende armas. Sus héroes son niños a los que hay que cuidar”, explica el showrunner: “Pensamos en cómo se tenía que sentir Rupert Murdoch con 20th Century Fox: tienes una empresa que está haciendo dinero y luego una división de entretenimiento que no te sale rentable”.

Entre las celebrities con más ego que poderes que conforman los Siete, su líder, Homelander (Antony Starr), se enfrentará a tres nuevas pesadillas con nombres propios: el ya mencionado Edgar, una Stormfront (Aya Cash) que promete disputarle el protagonismo y su hijo Ryan (Cameron Crovetti). “Homelander es un narcisista y un psicópata que, de repente, no controla a estas personas”, asegura Starr: “Pero lo veremos crecer poco a poco, sobre todo por su hijo. No es que vaya a salir siendo el padre del año, pero es tierno ver cómo lo intenta. No todo va a ser tirar al niño del tejado”.

Esta temporada tampoco será un camino de rosas para Starlight (Erin Moriarty). La inocente joven con madera de heroína (para variar) seguirá trabajando con Hughie Campbell (Jack Quaid) para acabar con Vought. “Esta misión hace que lleve una máscara tras la que también oculta el dolor por la traición de Hughie o cierto síndrome de estrés postraumático al ser víctima de abuso”, afirma la actriz. Y hablando del novato de esos justicieros ‘don nadie’ llamados ‘The Boys’, Campbell también ha espabilado. “Sigue siendo ingenuo, pero empieza a tomar decisiones”, adelanta Quaid.

Elenco y creador insisten en que los nuevos capítulos ahondarán en el pasado de los protagonistas y los pondrán a prueba quitándoles lo que más quieren. “Para Butcher es su mujer”, explica Karl Urban. “Para Homelander, su posición como alfa en los Siete. Es una entrega más profunda y diabólica, como la primera pero con compuesto V”.

DESDE OHIO CON DOLOR

The Deep (Chace Crawford), aquel Aquaman de pacotilla que nos regaló la escena del delfín al son de las Spice Girls en la primera entrega, vuelve a tener el arco más demente y fascinante (a la espera de ver a Terror, el perro adicto al sexo de Butcher, o el cameo de Patton Oswalt). Desterrado tras hacerse público que acosó sexualmente a Starlight, vive su momento “más oscuro y vulnerable”, cuenta Crawford: “Trata de resolver sus problemas de autoestima y volver a los Siete”.

Entre esas desquiciantes escenas que, en palabras Antony Starr, “hacen que The Deep merezca serie propia”, hay una en la que el personaje, totalmente hundido, charla con sus branquias. Sí, branquias, has leído bien. “Ha sido una de las cosas más raras que he interpretado porque encima tenía que ser desolador”, ríe Crawford al recordar.

Otro momento que todos califican como “único” e “hilarante” también tiene que ver con el héroe acuático. Se trata de la ya famosa secuencia en la que los chicos de ‘The Boys’ acaban dentro de una ballena. A continuación, el momento en cuestión:

“Lo hicimos a la vieja usanza. Nos metimos en la lancha motora y juraría que le provocamos a Jack un miedo de por vida a los deportes acuáticos –bromea Urban–. El equipo de producción creó la ballena animatrónica y su interior”. “Nunca he estado tan pegajoso –añade Quaid–. No creo que vuelva a hacer algo así en mi carrera, aunque conociendo a Eric Kripke, en la tercera temporada [ya confirmada] acabaré en la tripa de otro animal”.

El creador asegura que no hay ninguna línea que no cruzaría, tampoco a la hora de señalar las taras del mundo en el que vivimos. Porque, detrás de toda esa pose gamberra y sádica, The Boys reflexiona sobre el abuso de poder, el acoso sexual o la sociedad 2.0. “Acepté desarrollar esta serie porque quería burlarme de los superhéroes –cuenta Kripke– y pronto me di cuenta de que recogía el momento que vivimos, donde el autoritarismo y el estrellato se combinan, y el fascismo se promueve a través de las redes y la telerrealidad”.

Por ello, optó por añadir en el guion lo que veía en las noticias: “La nueva temporada habla de xenofobia y control político. Stormfront refleja el supremacismo blanco y otras viejas y odiosas ideas que ahora se cuelan por Instagram”. Para la tercera entrega, promete un guiño “metafórico” a la gestión de EE UU en la crisis de la Covid-19: “Es una suerte tener una ficción en la que aliviar mi frustración”.

La segunda temporada de The Boys se estrena el 4 de septiembre en Amazon Prime Video. 

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