La pasión por el jade: una piedra preciosa une dos culturas que nunca tuvieron contacto

  • China y las culturas precolombinas mesoamericanas han compartido en el pasado la pasión por esta piedra preciosa.
  • La Ciudad Prohibida de Pekín abre una exposición estos días que explora ese nexo entre dos culturas tan distantes.
  • Para unos simbolizaba el honor y para los otros estaba considerada un don de los dioses.
Las culturas de China y las precolombinas mesoamericanas, en principio muy distantes, compartían la pasión del amor por el jade.
Las culturas de China y las precolombinas mesoamericanas, en principio muy distantes, compartían la pasión del amor por el jade.
EFE
Las culturas de China y las precolombinas mesoamericanas, en principio muy distantes, compartían la pasión del amor por el jade.

Las culturas de China y las precolombinas mesoamericanas, en principio muy distantes, compartían la pasión del amor por el jade, una piedra semipreciosa que para unos simbolizaba el honor y para los otros estaba considerada un don de los dioses.

La exposición Esencia de la Naturaleza: Civilizaciones de Jade en China y México, que se ha inaugurado este jueves en la Ciudad Prohibida de Pekín, explora ese factor común entre dos culturas que dominaron sus respectivas regiones del mundo pero no desarrollaron vínculos entre ellas.

Según declaró esta semana Miguel Baez, del Instituto Nacional de Antropología e Historia de México, la decisión de organizar la exposición en torno al jade fue "obvia" una vez que se iniciaron los contactos de colaboración entre el Instituto y el Museo de la Ciudad Prohibida. Ambas civilizaciones, explicaron tanto Báez como la curadora de la exposición en la Ciudad Prohibida Xu Ming, compartían "una adoración por el jade".

Para la cultura china, el jade, que comenzó siendo una mera piedra que se empleaba para fabricar instrumentos de trabajo, se fue transformando gradualmente en un símbolo de honor, pureza o belleza moral.

Entre las culturas mesoamericanas, el color verde de la piedra denotaba que era un regalo de los dioses. Como tal se identificaba con el poder y era un símbolo reservado para aquellos de mayor rango.

La exposición, que tardó dos años en organizarse, reúne un total de doscientas piezas, la mitad de ellas seleccionadas por el Museo de la Ciudad Prohibida y la mitad de origen mexicano.

Muchas de ellas no se habían exhibido nunca antes al público, señaló Wu, quien subrayó que entre las piezas que aporta su museo se encuentran algunas de "las más preciosas" de su colección de unas 30.000 piezas. La exposición abarca la historia del uso del jade desde el Neolítico hasta las dinastías Ming y Qing en China, lo que representa una historia de cerca de 8.000 años, mientras que las piezas de las culturas olmeca, maya y mexica abarcan cerca de 3.000 años. Así, puede admirarse desde una herramienta agrícola del Neolítico chino hasta una caja de jade propiedad del mismo Moctezuma, marcada con el sello del emperador y un símbolo de cinco círculos que establece tanto que el monarca es el centro del mundo como que el material es auténtico jade.

Al igual que la exposición permite admirar la veneración compartida por la piedra semipreciosa, también enseña sobre el trato diferente que se le impartía.

Si inicialmente en China el jade se usó "como instrumento de trabajo, en las culturas mexicanas siempre se usó como pieza de belleza", explicó Wu.

En las culturas mesoamericanas el trabajo de la piedra era duro e intensivo, a base de pulir el material una y otra vez con otras piedras para darle la forma deseada. Ello, y la dificultad de conseguir un material que en ocasiones había que trasladar más de 2.000 kilómetros, hizo que en general el jade se empleara en forma de pequeñas teselas.

En China, por contra, no era insólito aprovechar una piedra de gran tamaño para esculpirla con minuciosos detalles.

Así, la exposición muestra tanto una intrincada escultura de la dinastía Qing elaborada a partir de un único bloque en el que se aprecia un bajorrelieve de dos porteadores de la piedra como un punzón de jade olmeca.

El punzón, que data entre los años 1100 y 600 AC, se utilizaba en ceremonias de sacrificios para que los poderosos ofrecieran su propia sangre a los dioses, según explicó Báez.

Son, según ambos expertos, maneras muy distintas de tratar un mismo material, pero la fascinación de ambas culturas por la piedra es muy similar.

La muestra, indica Wu, quiere ser por ello el "primer diálogo y el encuentro, pese a la lejanía, entre dos civilizaciones del jade".

La exposición en Pekín estará abierta al público hasta el 11 de noviembre.

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