Amsterdam, la Venecia del norte

  • Amsterdam conserva la original arquitectura de los siglos XVI y XVII, era en que fue próspero enclave de comercio marítimo.
  • 600.000 bicis, 220.000 árboles, 28 parques, 22 mercados, 165 canales...
  • Su casco histórico recuerda un esplendoroso pasado ganado a la naturaleza.
Locales y turistas patinan por el congelado canal Prinsengracht de Amsterdam, Holanda.
Locales y turistas patinan por el congelado canal Prinsengracht de Amsterdam, Holanda.
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Locales y turistas patinan por el congelado canal Prinsengracht de Amsterdam, Holanda.

La capital holandesa es el perfecto ejemplo de cómo evoluciona un tradicional pueblo pesquero hacia la más civilizada modernidad. Es Amsterdam la ciudad con más agua de Europa y en sus canales viven miles de personas. Así, la capital holandesa se ha convertido en una combinación de tradición de pueblo pesquero y ciudad moderna.

Teniendo en cuenta su nacimiento en un cenagal quién iba a imaginar que Amsterdam se convertiría en una activa metrópoli cultural y económica. La ciudad tomó el nombre de Amstelrdamme allá en el siglo XIII por ser un dique sobre el río Amstel, lo cual provoca comparaciones con otra ciudad igual de pintoresca como es Venecia.

Hay más similitudes, pues Amsterdam conserva la original arquitectura de los siglos XVI y XVII, era en que fue próspero enclave de comercio marítimo. Se trata de una ciudad muy amable y acogedora, repleta de extranjeros que jamás se sienten como tales. Este carácter tolerante se refleja en una forma de vida que bien ilustran unos datos: 600.000 bicicletas, 220.000 árboles, 600.000 bulbos de flores en parques y jardines, 28 parques, 232 tranvías, 22 mercados, 165 anticuarios, 24 talleres de talla de diamantes, 165 canales, 1.281 puentes y 141 galerías de arte.

El tesoro de su casco histórico

Los números revelan que no es una capital más. La primera gran propuesta de toda ciudad que se precie no está en sus edificios, ni museos, ni palacios, sino en sus calles. Este es también el caso de Amsterdam cuyo casco histórico es un valioso tesoro que recuerda un esplendoroso pasado ganado a las fuerzas de la naturaleza.

Una historia que salvaguardan los canales, rodeando el casco a modo de anillos concéntricos como si lo preservaran del exterior. Estos anillos se comunican a través de numerosos puentes, como el famoso Magere Drug, una pasarela levadiza de madera sobre el Amstel que cuenta con trescientos años de antigüedad.

Esta peculiar solución comenzó en los años cincuenta para aprovechar el reducido espacio físico del centro y hoy es todo un lujo al que muy pocos pueden acceder. Desde entonces las barcazas han mejorado mucho en habitabilidad y existen 2.500 viviendas flotantes perfectamente acondicionadas.

Todo a un paso

En Amsterdam la concentración es tal que a pie y con ayuda del impecable transporte público el visitante puede moverse a capricho. No obstante hay centros neurálgicos como la plaza Dam, donde asoman monumentos como el palacio Real, utilizado para actos oficiales, construido en 1648, finalizada la guerra con España.

En el otro lado de la plaza se levanta el Madame Tussauds Scenerama, museo de cera que ofrece una bella panorámica de la ciudad. También puede contemplarse la Nieuwe Kerk, colosal iglesia del s.XIV, mientras que la animada calle principal Damrak conecta con la bella Estación Central. El obelisco levantado en el centro de la plaza es un homenaje a los caídos en la II Guerra Mundial.

Igualmente clave es el jardín de Volderpark con sus 45 hectáreas, rodeado de museos y cerca de la plaza Leidseplein. Esta plaza surgió en el siglo XVII como parque de carruajes en el que los granjeros que llegaban de fuera aparcaban antes de entrar a la ciudad para hacer sus compras. Es un recinto que nunca duerme y si de día cuenta con  actuaciones de mimos y artistas callejeros, cada viernes por la noche de verano se dan cita hasta 3.000 patinadores para realizar unos 15 kilómetros de paseo. Lejos de descansar, los domingos por la tarde, el parque permite disfrutar de música y teatro al aire libre.

Otra atracción de la ciudad es la casa en la que vivió Ana Frank, siempre con largas colas de visitantes ante su puerta esperando llegar hasta el escondite en que la familia se ocultó durante dos años y treinta días.

Cultura y mercadillos

La oferta cultural es también de primera, especialmente en sus museos. El Rijksmuseum, el Museo Van Gogh o el Stedelijk Museum exponen obras maestras del propio Van Gogh, Cézanne, Monet, Picasso, Chagall o Rembrandt.

Existen otro tipo de museos como el vanguardista Nemo, dedicado a despertar la curiosidad científica de los niños. Y como no, el Museo Marítimo de los Países Bajos, con la gran atracción del recorrido por el interior de una reproducción a tamaño real de 'El Amsterdam', barco de la Compañía Neerlandesa de las Indias Orientales. Las dependencias trasladan al visitante a la época de esplendor del comercio marítimo y permiten conocer cómo eran las condiciones de vida a bordo.

También famosos en Amsterdam son los mercados. De frutas y verduras, pescado, carne, antigüedades, textil, libros& se convierten en pequeñas fiestas arropadas por la música y el arte callejero. Entre ellos destaca Bloemenmarkt, el mercado flotante de las flores que se celebra a diario, algo lógico siendo las flores una de las industrias más potentes de Holanda, que no sólo vive de tulipanes. De hecho se calcula que el 70% de todas las flores del mundo provienen de este país. A las orillas del canal Singel, este mercado embriaga con los olores y colores que salen de sus puestos, barcazas flotantes ancladas en el fondo.

El barrio rojo

No hay que olvidar que otro de los múltiples atractivos de la ciudad son los llamados coffee shops. Muchos se ubican el famoso Barrio Rojo, también conocido por los escaparates a través de los que las prostitutas reclaman atención. Pero la contradicción y la apertura están tan enraizadas en Amsterdam que este liberal barrio es también conocido por Oude Kerk, la iglesia más antigua de la ciudad, símbolo religioso en el que destaca un órgano de 1724. El templo alberga tumbas como la de Saskia van Uylenburg, primera esposa de Rembrandt.

Por la noche, la ciudad continúa viva gracias a su amplia oferta de restaurantes, bares y locales con buena música de diferentes estilos, desde karaokes y música caribeña hasta los más electrónicos o alternativos. Y también resultará agradable pasear por la multitud de puentes, muchos de ellos iluminados con gusto y delicadeza alegrando el paseo en barca por el interior de los canales. Otra grata experiencia es cenar a bordo de alguno de estos barcos mientras se recorre la ciudad en ellos. Así se puede probar también delicias locales como la tarta de manzanas, las patatas fritas, los panqueques gigantes, el arenque marinado y la variada oferta de cervezas y ginebras.

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