Un paseo por las desconocidas islas del Canal de la Mancha

  • Jersey es una de las más grandes y ofrece acantilados y amplias bahías.
  • Guernsey cuenta con un castillo a pie de costa, el de Cornet.
  • Alderney, collados abruptos contorneados por playas arenosas y dunas.
  • En Sark, de 600 habitantes, el uso de coches está prohibido.
Mont Orgueil, construido en el siglo XIII en Jersey.
Mont Orgueil, construido en el siglo XIII en Jersey.
Mont Orgueil, construido en el siglo XIII en Jersey.

En las islas del Canal de la Mancha, la esencia francesa se descubre en los propios nombres de sus avenidas pero también la experimentará quien entable conversación con los lugareños, que le atenderán en un dialecto franco-normando.

Esta peculiar situación así como la conexión por ferry, le proporciona turismo de ambos países, que tienen al archipiélago como un tradicional destino para el periodo vacacional. Algo que no es de extrañar dadas sus atracciones, el clima más cálido de Gran Bretaña o las 2.000 horas de sol al año que pueden disfrutarse en sus arenales. Británicas aunque cercanas a Francia, las islas del Canal de la Mancha son símbolo de simbiosis cultural.

Fusión de la cultura británica y francesa, las cuatro islas del Canal de la Mancha atienden a los nombres de Jersey, Guernsey, Alderney y Sark. Se encuentran más cerca de la zona normanda de Francia que de Inglaterra. Estas islas disfrutan de independencia desde 1024 enunciando sus propias leyes, aunque permanecen leales a la corona británica.

Jersey

Conocida como un refugio fiscal, la isla de Jersey es una de las más grandes y ofrece paisajes acantilados en el norte y amplias bahías en la costa sur. Son casi 90 los kilómetros de playas de aguas cristalinas que dispone para el visitante. Es también un lugar idóneo para excursionistas de todo tipo y está especialmente preparada para cicloturistas.

La cita histórica también absorbe al viajero a escasa distancia de la capital, en el Castillo de Mount Orgeuil, del siglo XIII, levantado sobre las ruinas de una fortaleza de la Edad de Hierro.

Guernsey

Otra de las islas de mayor tamaño es Guernsey que cuenta también con un castillo a pie de costa, el de Cornet, en cuyo anfiteatro se celebran representaciones al aire libre. Al igual que Jersey, es un paraíso para amantes del windsurf y cuenta con varios museos, granjas y galerías de arte que visitar.

Aunque puede que su mayor encanto sea sin embargo perderse entre el laberinto de calles empedradas y empinadas escaleras de su capital, St. Peter Port, uno de las ciudades portuarias más bellas de Europa.

Alderney

Es la tercera en extensión con unos 5 kilómetros de largo y 3 de ancho. Su capital, St. Anne, es un acogedor pueblo de vías estrechas y empedradas que cuenta con un dinámico puerto y una bella iglesia. Su imagen perpetúa la estampa isleña de collados abruptos contorneados por playas arenosas y dunas.

La población es en su mayoría de edad avanzada, por lo que se revela como un destino de retiro gracias también a sus doradas calas que invitan al baño o a su pequeño campo de golf. Aunque también tiene su punto más oscuro, ya que los islotes a su alrededor, combinados con las corrientes han sido a lo largo de la historia protagonistas de decenas de naufragios.

Sark

Con una población estable de unos 600 habitantes, Sark es considerada uno de los últimos bastiones del feudalismo en el mundo occidental. El uso de coches está prohibido, lo que la libera la isla de un trasiego que sustituyen bicicletas, coches de caballos y tractores, aportando una imagen bucólica.

Se revela por tanto, como un sitio ideal para quienes busquen apartarse del mundo de las grandes ciudades y el estrés. La isla esta formada por la Gran Sark (al norte) y la Pequeña Sark (al sur), conectadas por un estrecho y vertiginoso istmo a 92 metros de altura.

Herm, Jéthou, Brecqhou y Lihou

Para quién disfrute del encanto natural de las islas, puede deleitarse en mayor soledad en las más diminutas extensiones del archipiélago, pueblos entrañables poco transitados aún en verano y con recoletas playas. Una buena forma de disfrutar de este retiro isleño es alquilar por unos días una de sus típicas casas de campo.

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