De Van Gogh a Kandinsky, cuando los pintores decidieron abandonar el realismo

  • Una exposición de obras creadas entre 1880 y 1910 repasa las innovaciones de la pintura como vehículo para crear miradas subjetivas.
  • El paisaje fue el género ideal para mezclar un escenario conocido y universal con una visión individual del mundo.
  • Con piezas de autores como Gaugin, Munch y Watts, es la primera muestra centrada en la evolución del paisaje simbolista.
Paisaje de Edvard Munch creado en 1907
Paisaje de Edvard Munch creado en 1907
Edvard Munch - © Munch Museum / Munch-Ellingsen Group / DACS 2012
Paisaje de Edvard Munch creado en 1907

Crearon temas y motivos recurrentes, un código particular. Concentrados en la naturaleza y reacios al materialismo creciente, producto del rápido desarrollo industrial del que eran testigos, los pintores simbolistas traducían la realidad a un lenguaje profundo que permitía experimentar con las sinestesias y las visiones subjetivas, tan comunes después en el arte moderno.

La Galería Nacional de Escocia, en Edimburgo, expone Van Gogh to Kandinsky: Symbolist Landscape in Europe 1880 – 1910 (De Van Gogh a Kandinsky: El paisaje simbolista en Europa, 1880-1910), la primera exposición dedicada en exclusiva a la evolución del género durante el cambio de siglo.

Las obras de maestros como Paul Gauguin o Edvard Munch se intercalan con el descubrimiento de autores menos exhibidos, como el francés Émile-René Ménard (que utiliza el paisaje como vehículo de expresión para la melancolía y la nostalgia) o el finlandés Akseli Gallen-Kallela (que con escenas mitológicas y símbolos nacionales tomaba partido por que su país se independizada de Rusia).

"Yo pinto ideas, no cosas"

El paisaje les permitió mezclar su mundo interior con visiones universales. Aunque el individualismo era el protagonista de cada obra simbolista, la familiaridad de un escenario común unía al artista con el espectador.

Gauguin, Munch y Van Gogh utilizaron colores vivos para expresar emociones intensas; James Abbott McNeill Whistler rechazaba con sus paisajes vacíos la nueva visión de Londres, que a finales de siglo sufrió migraciones masivas del campo y se volvió ruidosa y superpoblada. "Yo pinto ideas, no cosas", decía George Frederic Watts, que podía convertir un atardecer en una manifestación del poder del Sol.

La muestra, que se puede visitar hasta el 14 de octubre, resalta la relación de la pintura simbolista con otras manifestaciones artísticas de la época, como la música. El museo pone a disposición del visitante música de Rachmaninov, Debussy y Sibelius que complementan a las imágenes protagonizadas por los sueños y visiones de los pintores que se atrevieron a abandonar el racionalismo.

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