El MACBA redescubre todas las facetas del pintor Luis Claramunt

  • La exposición "El viaje vertical" presenta la amplia obra creativa del artista, que también se dedicó a la fotografía, el dibujo y la autoedición.
  • La muestra es de carácter exhaustivo: incluye 1.200 piezas.
  • Claramunt murió prematuramente en 2000, antes de cumplir 50 años.
Óleo pintado por Claramunt en 1984
Óleo pintado por Claramunt en 1984
Collecció particular, Barcelona
Óleo pintado por Claramunt en 1984

Conocido casi exclusivamente por sus pinturas, Luis Claramunt (Barcelona, 1951 – Zarautz, 2000) produjo una obra plural que abarca fotografía, dibujo y libros autoeditados. El Museu d’Art Contemporani de Barcelona (MACBA) presenta ahora la primera retrospectiva completa de un autor que entendió y practicó la pintura y la vida como experiencias de radicalidad.

Luis Claramunt. El viaje vertical es una profunda revisión de la obra de un artista que residió en Barcelona, Madrid, Sevilla y Bilbao, con numerosas  estancias en Marrakech (Marruecos), en una geografía muy presente en su obra.  La exposición es de carácter exhaustivo: 1.200 obras expuestas entre pinturas, dibujos, libros y fotografías. En cartel desde el 13 de julio al 21 de cotubre, la muestra es la aproximación más completa a la obra del artista nunca antes organizada.

La influencia de Nonell

El recorrido muestra cómo el expresionismo inicial de Claramunt, que murió premarturamente antes de cumplir los 50 años, terminó transformado en una caligrafía mínima. La exposición muestra también una amplia obra inédita que incluye dibujos, fotografías y llibros autoeditados. En paralelo a la muestra, en una de las salas del Museu Nacional d’Art de Catalunya (MNAC), se presenta Nonell y Claramunt. Registros de lo urbano. Se trata de una selección de la serie de dibujos La mota negra de Claramunt en diálogo con obras de Isidre Nonell (1872-1911), que fue uno de los primeros referentes pictóricos del primero.

De formación autodidacta, Claramunt se mantuvo siempre al margen de toda inercia generacional. Nacido en Barcelona, empezó a pintar a principios de los años setenta, cuando en España se vivía la politización del arte contra la dictadura de Franco. En una ciudad que hervía de iniciativas experimentales en el ámbito, la apuesta de Claramunt fue distinta.

Desclasado

Desclasado de su origen burgués e instalado en la Plaza Reial y en estrecho contacto con el mundo gitano, el flamenco y otras subculturas populares, evitó cualquier referente de la vanguardia. Más que con autores de su época, la pintura de Claramunt tiene referencias del expresionismo alemán y el modernismo catalán —especialmente de Nonell—, pasando por las pinturas negras y los desastres de Goya.

Gran enamorado de la literatura, Claramunt convirtió el viaje en un elemento estructurador de su vida y su obra. Después de Barcelona, sumó sucesivos escenarios vitales en Sevilla, Marrakech, Madrid y Bilbao. Su pintura fue cambiando a medida que sus residencias y entornos eran otros.

El viaje vertical está estructurada en series para mostrar hasta qué punto vivir y pintar llegaron a constituir una sola experiencia. Aunque la exposición mantiene un orden cronológico, se inicia con una amplia selección de dibujos y libros de artista de los años noventa, una de las facetas más desconocidas de la producción de Claramunt.

Ilustró relatos de Conrad y novelas de Camus

Pese a que el dibujo estuvo presente en toda la trayectoria de Claramunt, los últimos cinco años de su vida adquirió protagonismo de forma compulsiva. Entre 1994 y 1999 realizó centenares de piezas referidas a ciudades como Bilbao y lugares como el zoológico de Barcelona, o

bien adoptan referentes literarios como los relatos de Joseph Conrad o Robert Louis Stevenson. Se exponen también sus ilustraciones para textos de Albert Camus, como El extranjero y La peste.

Claramunt no solía enmarcar los dibujos ni exponerlos en galerías. No magnificaba sus cualidades plásticas ni su valor de obra única. A menudo los fotocopiaba en papeles de colores para destacar su identidad gráfica y su valor secuencial. Pese a carecer de valor de cambio ni ser concebidos como piezas originales, marcaban el hilo de su discurso creativo. Gran parte de los dibujos que realizó en aquellos años fueron recogidos en libros autoeditados que regalaba a sus amigos y de los que produjo más de treinta.

"Colgados"

El grueso de la muestra se centra en la pintura, desde principios de los años setenta en Barcelona hasta los cuadros de mar de finales de los noventa. El trayecto se inicia con un conjunto de retratos de primera época y con la serie de colgados, obras que corresponden a los años de Barcelona, donde Claramunt vivió hasta 1984.

La vecindad urbana de la plaza Reial y la Rambla y el deambular por calles donde se vive al margen se traducen en cuadros de interiores de tablaos, jugadores, personajes etílicos y escenarios de ciudad como estaciones de tren, puentes, arrabales y calles. En los últimos años en Barcelona y los primeros en Sevilla, ya a mediados de los ochenta, la tela se vuelve casi monocroma y Claramunt confía en la mancha como elemento que la estructura.

Las series realizadas entre 1986 y 1988 dedicadas a Marruecos y al mundo de los toros representan un punto de inflexión en la obra de Claramunt. La mancha deja paso a la línea y la superficie se vacía. En los cuadros de toros y mercados de ganado, y también en la última fase de la pintura marroquí, la estilización se radicaliza y la pintura se vuelve más concreta y cerebral. Con un interés básicamente compositivo, Claramunt renuncia al color y a la textura en un acusado proceso de simplificación.

El trayecto se cierra con la última producción de Claramunt, ya en los años noventa, cuando su obra se internacionaliza con un intenso pero breve reconocimiento en el extranjero. En aquellos años, el mar se hace omnipresente con series como Mar Rojo y Mar Negro (1997) y Naufragios y tormentas (1999), sus últimos cuadros.

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