La última palabra la tienen las religiosas. Cada congregación decidirá si quiere acogerse a este proyecto –que pondría en valor los conventos de la ciudad– y con cuál de las opciones.
En ningún caso, asegura Urbanismo, las comunidades religiosas perderán la titularidad del terreno que decidan dedicar a usos no religiosos. La implantación de estas actividades se realizará mediante cesiones de suelo por un periodo de tiempo determinado. Una vez concluya, las religiosas decidirán si quieren prorrogarlo o prefieren no continuar compartiendo sus edificios.
Conversaciones abiertas
El diálogo está abierto y Urbanismo recibirá las propuestas que las comunidades religiosas quieran exponer con el fin de encontrar una solución a estos amplios edificios con problemas estructurales y, en muchos casos, muy poco habitados. Las que decidan acogerse al proyecto se pondrán en contacto con los técnicos municipales para comenzar a estudiar que utilidad vendría mejor en función de las características de cada uno de los conventos. Si alguna de las congregaciones decidiera incluso ceder el monumento al completo y mudarse a instalaciones nuevas, el Ayuntamiento hispalense buscaría el lugar adecuado para el traslado.
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