Las frases de Mariano Rajoy para suavizar el anuncio de un tijeretazo "que duele"

  • Empezó pidiendo "comprensión" y acabó reflexionando sobre el acicate que suponen "las colas del paro", que "dan sentido al esfuerzo y al sacrificio".
  • "¿Servirán de algo tanta estrechez y tantas apreturas?", se pregunta y contesta afirmativamente Rajoy.

Empezó pidiendo "comprensión" ante lo que se avecinaba y quizá previendo que al final del pleno no iba a contar con tantas simpatías, agradeció el apoyo prestado hasta ese momento por todos los partidos y especialmente por la oposición.

Mariano Rajoy iba a ofrecer un discurso "prolijo", dijo, en el que iba a tratar de ser pedagógico, y con esa intención puso en situación a los diputados, y gran número de senadores, que abarrotaban el Congreso de los Diputados. Y lo hizo de forma gráfica y dramática: "Atravesamos la segunda recesión más grave de nuestra historia. Algo que ninguno de los presentes habíamos vivido".  Y prosiguió pintando la realidad "que es la que es", en la que España "está en una situación de extrema debilidad".

Casi cuarenta minutos introductorios para prologar lo que iba a ser el anuncio de los recortes más duros de su Gobierno: subida del IVA, bajada de la prestación por desempleo, recortes salariales a los funcionarios...

El problema es que "no hay mucho para escoger": o se reduce el gasto, o se aumentan los ingresos, o se hacen ambas cosas, opción que ha elegido el Gobierno porque, ha dicho, lo impone la necesidad. Sin embargo, reconoció que no renuncia a bajar los impuestos en cuanto sea posible.

Después, solo sus "diputao", "privao" y "mercao" introducían cierto aire de chufla a un discurso en el que Rajoy hacía un llamamiento a la unidad—"Es bueno que podamos dar una imagen de unidad"— para intentar superar la recesión; y en la que justificaba la traición a su programa político por la gravedad de las circunstancias: "Dije que bajaría los impuestos, y los estoy subiendo", pero "las circunstancias han cambiado y tengo que adaptarme a ellas". "Hago lo único que se puede hacer para salir de esta postración. No pregunto si me gusta. Aplico las medidas excepcionales que reclama un momento excepcional", insistió.

Un poco más adelante incluso reconoció que estaba haciendo cosas "que no le gustaban", pero que el camino hacia la recuperación "no es fácil, ni corto, ni agradable".

Por si no quedaba claro que él no se sentía cómodo con las decisiones adoptadas insistió reiteradamente en que estaba dando pasos que "duelen", pero que los españoles no podíamos elegir: "No tenemos esa libertad", explicó, porque rechazar los sacrificios actuales supondría "renunciar a todo".

Y esos sacrificios requerían, de nuevo, unidad: "O trabajamos unidos para lograr los mismos objetivos o nuestros esfuerzos serán estériles", pidió. Para reafirmar el carácter épico de la misión, un llamamiento claro:  "O demostramos que somos una nación dispuesta a sacrificarse para conquistar un futuro mejor, o no merecerá la pena este esfuerzo".

Entre medias, más imágenes desde el borde del abismo: "En la situación actual de España no es posible crecer y crear empleo", dijo, y recordó una cifra que da miedo: 5 millones de parados, una herencia recibida, que concede al Gobierno una misión: "liberar a España del peso de esa herencia".

En la conclusión, sin embargo, Rajoy lanza un mensaje positivo, se pregunta sin tanto sacrificio "¿servirá de algo?" si servirá  "tanta estrechez y tantas apreturas" y su respuesta es un "sí, con toda rotundidad".

"España tiene solución", ha llegado a decir. "No vamos a encoger nuestra ambición como españoles", ha defendido. Enfrente, confiesa que tienen el acicate del paro, los millones de desempleados que "dan legitimidad moral a las medidas" y que "dan sentido al esfuerzo, al sacrificio y a las privaciones".

Para entonces diputados, senadores y resto de ciudadanos trataban de interiorizar la magnitud del tijeretazo metido.

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