Absuelto de robo en un chalé al no ser determinante su ADN en el casco usado por uno de los asaltantes

El Juzgado de lo Penal número Cuatro de Santander ha absuelto por falta de pruebas a un hombre que se encontraba en prisión provisional desde junio de 2011 como presunto autor de un delito de robo con violencia y dos de lesiones por haber entrado, junto con otro, y ocultos ambos con una caso de motorista, en un chalet de Soto de la Marina y agredido a sus propietarios.

El Juzgado de lo Penal número Cuatro de Santander ha absuelto por falta de pruebas a un hombre que se encontraba en prisión provisional desde junio de 2011 como presunto autor de un delito de robo con violencia y dos de lesiones por haber entrado, junto con otro, y ocultos ambos con una caso de motorista, en un chalet de Soto de la Marina y agredido a sus propietarios.

Aunque en el casco utilizado por uno de los autores del robo se encontraron restos de AND del imputado, para el juez esta prueba, al no ir acompañada de otras que permitan situar a éste en el lugar de los hechos, no es suficiente para atribuirle la autoría del robo.

En su declaración, el acusado negó haber visto dicho casco con anterioridad, aunque reconoció que en bastantes ocasiones amigos de su barrio le habían prestado algún casco, por lo que según la sentencia no puede considerar improbable que el hombre, en algún momento anterior al robo, pudiera haber usado el mismo, dejando en su interior los restos de AND encontrados.

Según relata la sentencia, fechada en marzo de 2012 y que se ha dado a conocer hoy, los hechos tuvieron lugar sobre las 16.45 horas del 8 de septiembre de 2009, cuando dos individuos cuya identidad se desconoce y con el rostro cubierto con un casco de motorista, se introdujeron en una vivienda unifamiliar de dos plantas la urbanización donde residía un matrimonio, que se encontraba en su interior en ese momento.

Ambos acusados portaban un palo de hockey y, al menos uno de ellos, guantes de látex. Con el palo golpearon al hombre, con el que entablaron un forcejeo y que sufrió diferentes lesiones. Ante los ruidos y gritos, su esposa, que se encontraba en la planta superior, bajó al hall e intentó auxiliar a su marido, recibiendo un puñetazo en el rostro de uno de los atacantes que le hizo caer al suelo, rompiéndose la prótesis dental que llevaba.

La mujer recibió un segundo golpe que la hizo caer contra la escalera, al tiempo que su agresor le conminaba a que le indicara dónde estaba la caja fuerte. Al decirle ella que no tenían caja fuerte, el hombre que le había golpeado la obligó a subir con él a la planta superior, y la mujer abrió las puertas del vestidor para demostrárselo.

En vista de ello, el individuo le exigió que le entregara dinero, indicándole la mujer que cogiera los 150 euros que tenía en el bolso. Tras hacerlo, el hombre se fue escaleras abajo y la mujer regresó a la planta baja en busca de su esposo, al que no encontró, ni tampoco a los dos ladrones. El marido volvió al domicilio pasados unos cinco minutos, llevando consiguió el palo de hockey.

A consecuencia de la agresión, el hombre sufrió numerosas lesiones, entre ellas una herida en el cuero cabelludo, hematomas, fractura de huesos y hematomas, entre otras, de las que tardó 148 días en curarse, todos ellos impeditivos para sus ocupaciones habituales. Además, como secuela le queda un cuadro ansioso depresivo, con ansiedad nocturna con miedos, temor, inseguridad que precisa tratamiento con hipnóticos y ansiolíticos.

Su mujer por su parte sufrió conclusión nasal y bucal, fisura de huesos, fractura de prótesis, herida en cuero cabelludo y erosiones y contusiones, entre otras lesiones, de las que tardó en curar 30 días, 18 de ellos impeditivos. También le queda como secuela ansiedad, vértigos y una cicatriz en el cuero cabelludo.

En el domicilio, se encontraron, además del citado palo de hockey, un guante de látex y el casco de motorista de los que se tomaron muestras orgánicas que, una vez analizadas por el servicio de Criminalística de la Guardia Civil, y contrastadas con los perfiles genéticos procedentes de otros hechos delictivos incluidos en la base de datos dieron como resultado que los restos hallados en el casco se correspondían con el del acusado.

Para el juez, este dato resulta insuficiente para imputarle los delitos de los que estaba acusado, ya que las víctimas no pudieron aportar ningún rasgo físico identificativo de los dos individuos que irrumpieron en su domicilio. Además, en el juicio la mujer tampoco pudo reconocerle como el hombre que la agredió y con el que subió a la segunda planta, y al que describió como de complexión fuerte, moreno y de un metro y 80 centímetros de estatura.

Sin embargo una vecina que declaró como testigo, describió a un individuo que vio en el exterior de la vivienda cuando sucedieron los hechos como de complexión muy delgada y de entre 1,70 y 1,75 de estatura. La testigo tampoco pudo reconocer en las fotos que le enseñó la policía a dos individuos sobre los que recayeron en un principio las sospechas de la familia.

Por todo ello, la sentencia concluye que aunque se ha demostrado que el acusado utilizó el casco en algún momento previo a su abandono en el lugar de los hechos, tal hallazgo por sí solo, al no estar corroborado por otros indicios, "en modo alguno resulta suficiente para afirmar con el grado de certeza exigible en materia penal" que éste fuera una de las personas que entró en la vivienda.

Por tanto, le absuelve de los delitos de los que estaba acusado y ordena su inmediata puesta en libertad.

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