Natascha: "Soñé con decapitar a mi secuestrador si hubiese tenido un hacha"

Las claves:
  • "Sólo pensaba en huir", declaró.  
  • Desea ayudar a mujeres secuestradas y violadas en México.
  • Lo ha dicho en una entrevista a la prensa.
Primera aparición de Natascha Kampusch en la portada de la revista semanal austríaca "News". (Heinz-Peter Bader / Reuters)
Primera aparición de Natascha Kampusch en la portada de la revista semanal austríaca "News". (Heinz-Peter Bader / Reuters)
Heinz-Peter Bader / Reuters
Primera aparición de Natascha Kampusch en la portada de la revista semanal austríaca "News". (Heinz-Peter Bader / Reuters)
La joven Natascha Kampusch, que
estuvo secuestrada durante más de ocho años y en libertad desde hace sólo dos semanas, resaltó, en su primera y esperada entrevista a la prensa, la desesperación vivida en su largo cautiverio y su deseo permanente de huir.

"Soñé con decapitarle (a su secuestrador) si hubiese tenido un hacha", confesó, según informa Radio Nacional de España.

"Sólo pensaba en huir", afirmó en declaraciones a la revista semanal austríaca "News" en su edición de mañana, según adelantó esta tarde la agencia austríaca de noticias APA.

"¿Por qué a mí?"

"Una y otra vez me preguntaba por qué precisamente entre los muchos millones de seres humanos (que hay) justo a mí tenía que pasarme esto", explicó la joven de 18 años que fue recluida en un "zulo" subterráneo de seis metros cuadrados, meticulosamente escondido debajo del garaje de la casa de su secuestrador, Wolfgang Priklopil, situada en la pequeña localidad de Strasshof, cerca de Viena.

Priklopil, de 44 años, era un técnico en electrónica que se suicidó pocas horas después de la huida de su rehén, secuestrada el 2 de marzo de 1998 en su camino a la escuela.

El secuestrador sufría una fuerte paranoia y mantenía una desconfianza permanente

"Yo pensaba: seguro que no he venido al mundo para dejarme encerrar y arruinar completamente mi vida. Estoy desesperada sobre esta injusticia", añadió Kampusch.

"Me sentía como una pobre gallina en una batería ponedora (expresión utilizada en Austria que es similar a sardina enlatada). Seguro que han visto en la televisión y la prensa mi calabozo. Así es que saben cuán pequeño era. Era para desesperarse".

"Siempre pensaba en cómo llegar hasta el punto de poder huir. Pero no podía arriesgarme", aseguró.

Según Kampusch, su secuestrador "sufría una fuerte paranoia y mantenía una desconfianza permanente".

"Un intento fallido hubiese significado correr el peligro de no salir nunca más del sótano. Tenía que ganarme su confianza de forma sucesiva".

A la pregunta de si cree en Dios, la joven contestó: "bueno, es muy ambivalente, pero sí creo un poco".

Comentó que al principio rezaba, pero luego dejó de hacerlo porque "el criminal (Priklopil) también rezaba. Y eso no puede ser. Yo pienso que también Fidel Castro reza."

La liberación

Tras ocho años de cautiverio, la joven vivió doce minutos que le parecieron "una eternidad" entre el momento en que huyó espontáneamente a una casa vecina hasta que se sintió a salvo bajo la protección policial.

Así lo explicó en la entrevista concedida al diario austríaco "Kronenzeitung".

"A mí me pareció una eternidad, pero en realidad fueron entre diez y doce minutos", comenta la joven quien confirma que aprovechó un momento en que su captor se distrajo con una llamada telefónica para huir a unos jardines vecinos.

"Simplemente me fui y salté varias vallas. En medio del pánico dí vueltas en redondo para ver si veía a alguna persona. Primero toqué timbre en esa casa, pero algo no funcionaba, luego oí que había alguien en la cocina", recuerda.

Tenía miedo de que el delincuente matara a la vecina, o nos matara a las dos

Esa persona, una mujer, "estaba tan sorprendida que no reaccionó enseguida", por lo que Kampusch tuvo que insistirle en que se trataba de "un caso urgente".

"No me dejó entrar (en su casa), lo que me sorprendió. Pero dejar entrar a casa a alguien completamente extraño... también hay que comprenderla", señala.

De esta forma, la joven tuvo que esperar a la intemperie y soportar el miedo a ser descubierta y asesinada por Priklopil.

"Ni siquiera podía esconderme detrás de un arbusto. Tenía miedo de que el delincuente matara a esa mujer, o nos matara a las dos", dice.

Por eso, Kampusch le advirtió a la vecina de que su secuestrador podía acabar con la vida de ambas.

"Pero a pesar de ello, a la mujer le preocupaba sobre todo que yo no pisara la pequeña parcela de césped de su casa. Yo estaba bajo los efectos de un "shock". Tampoco quería en realidad que viniera cualquier policía de la comisaría más cerca. Quería hablar inmediatamente con alguien responsable del 'caso Natascha'", explica.

Sin embargo, ese deseo no pudo ser cumplido porque la mujer no le prestó su teléfono y fue ella mismo la que alertó a la policía y pocos minutos después aparecieron dos agentes en una patrullera.

"Les conté que había huido y que había estado secuestrada ocho años... Me preguntaron cómo me llamo, donde nací, mi dirección, etc. Les contesté a todo. Naturalmente que no me sentía muy bien... Ellos estaban desconcertados y repetían mi nombre, sacudían la cabeza, pensaban y decían: a mí no me dice nada el nombre", recuerda.

No podía darme el lujo de cometer errores

La joven pidió ir acompañada al auto de la policía, y allí solicitó una manta para cubrirse el rostro, pues "no quería que se vea mi cara, para que nadie pueda fotografiarme. Quizás un vecino irritado podía sacar una foto por encima de la valla del jardín y venderla después", comenta Kampusch sus pensamientos de entonces, tras reconocer que ya había pensado antes sobre su huida y en cómo reaccionaría la prensa.

"Es así. Pensé en todo... Y sabía que no podía darme el lujo de cometer errores", afirma.

Así, comenta que también hubo ocasiones anteriores, como cuando fue presentada en julio pasado por Priklopil a un amigo de éste, en que pensó en pedir auxilio para escapar, pero lo consideró demasiado arriesgado.

"Él me habría agarrado enseguida, y quizás ahorcado y matado al señor Jantschek (el amigo del secuestrador)", añade.

Ya lo había intentado

En otra ocasión, en la última etapa de su cautiverio, cuando su captor le permitía salir de su pequeño calabozo y acompañarle en algunas salidas, ella quiso saltar del auto.

"Pero él me agarró y luego se puso a conducir de tal forma que sufrí golpes", señala Kampusch.

Toda la república alpina ha estado a la espera de sus primeras declaraciones públicas, así como de su primera aparición ante las cámaras de televisión, que se espera para esta noche y que en España podrá seguirse a través de la página de la televisión ORF aunque es previsible que sea colapsada.

Esta es la primera vez que Natascha muestra su cara y cuenta más detalles sobre su secuestro, aunque ya adelantó algunas circunstancias de su cautiverio a través de un comunicado leído por su psiquiatra, Max Friedrich, el pasado 28 de agosto.

Ayudar a otras mujeres

Natascha Kampusch también se ha referido a su nueva vida.

Quiero aportar lo mío para que eso no pase nunca más

Entre sus proyectos están recuperar la formación escolar para poder estudiar una profesión, entre las que mencionó la de periodista, abogado o psicólogo y ayudar a mujeres secuestradas y violadas en México.

En este sentido, aseguró que su deseo es llevar adelante un proyecto "para mujeres en México, que son raptadas desde sus puestos de trabajo, secuestradas, torturadas de la forma más brutal y violadas".

"Quiero aportar lo mío para que eso no pase nunca más", señaló la joven.

Investigación

Entretanto, la policía continúa las investigaciones en la casa donde estuvo cautiva Natascha.

Expertos en informática han analizado el ordenador de Priklopil, quien ha sido descrito como un aficionado a la técnica, aunque poseía un modelo de ordenador muy antiguo del tipo Commodore 64, cuyos datos son difíciles de traspasar a un sistema más moderno.

Mientras, continúan las incógnitas sobre la motivación de Priklopil.

Una de las teorías es que una novela le habría inspirado.

De hecho, habría semejanzas asombrosas entre el libro John Fowles "El coleccionista" (1963), sobre la que se hizo una película, y el secuestro de la joven, ya que relata cómo su protagonista, un hombre solitario y acomplejado, secuestra a una estudiante y la retiene en una casa fuera de la ciudad.

Se sospecha que el libro podría estar entre la copiosa documentación que los agentes se han incautado en la vivienda de Priklopil.

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