"Alatriste": Qué no hacer con 24 millones de euros

Sí, he visto Alatriste. Ya he hecho cola, ya he pasado por taquilla... y me arrepiento. Me arrepiento mucho.
La película de Agustín Díaz Yanes es un auténtico tostón de casi tres horas, y conste que lo digo sin haber leído ni una sola línea de los libros en que se basa. Por tanto, no soy sospechoso de ser un purista del personaje de Pérez Reverte.

Pero vayamos por partes. "Está muy bien ambientada", dicen algunos para defenderla. ¡Toma, claro! Si a mí me dieran 24 millones de euros sería de capaz de convertir la Gran Vía de Madrid en un circo romano con leones y todo. Otra cosa es saber qué sé hacer con ellos después.

La fotografía ambientada en la pintura de Velázquez está muy lograda, sí; pero la gracieta se amortiza pronto y al poco tiempo resulta empalagosa.

El argumento es errático, no se centra en nada en particular y pasa muy de puntillas por todas y cada una de las tramas. Algunas, directamente, no se entienden.

El espectador se queda en muchos casos con la sensación de haberse perdido algo importante. ¿Hay que leerse los cinco libros antes de ir al cine? Si es así, podían avisar.En su intento por disimular sus múltiples acentos, a Viggo Mortensen (que no mueve durante toda la película ni un solo músculo de la cara) no se le entienden la mitad de las cosas que dice.

Pero es que a Elena Anaya tampoco. ¡Qué poca dicción, santo Dios! ¿Y el chico Schweppes? ¿Qué decir de este muchacho empeñado en hacernos creer que es actor? Eduardo, déjalo, por favor, déjalo.

Ariadna Gil está mal, como casi siempre, pero guapa, guapa.

La banda sonora es digna de Curro Jiménez.

Mucha guitarra española (imagino que para que guste en Estados Unidos) y para remate, una marcha procesional en toda regla.

Un consejo: si te la ofrecen en el top manta, no la pilles, la peli es muy oscura y a los protagonistas no se les entiende. Dos enemigos del cine pirateado.

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