El mafioso de barbilla ancha, la señora apocada que robó un abrigo de piel, la de mirada desafiante acusada de sustraer bebidas alcohólicas, una mujer disfrazada de hombre que engañó a su esposa fingiendo durante tres años...
La galería inglesa Millenium, en St Ives (Cornualles), inaugura este viernes Accused (Acusado), una serie de obras de la artista británica Sarah Ball, que investiga con sus ilustraciones las fotos policiales del Reino Unido desde la era victoriana hasta la década de los años cincuenta del siglo XX.
Aficionada a coleccionar instantáneas anónimas rescatadas de rastrillos, entre las estampas familiares de poses estudiadas e incómodas a Ball comenzaron a interesarle las fotos de delincuentes.
En los archivos a los que logró acceder, encontró muchos personajes que sintió el impulso de retratar. Así nació Accused, en cartel hasta el 19 de junio, una delicada colección de óleos de tonos desvaídos y de 18x13 centímetros. "Tienen que ser de este tamaño porque hay intimidad en cada uno de ellos. Si fueran mayores, no tendrían ese poder", aclara la artista.
De acusado a acusador
Los originales no son solo fichas de delincuentes. Sobre todo en las fotos más antiguas se nota la influencia de la fisionomía, una pseudociencia que se creía cierta en el siglo XIX y que estudiaba las facciones de la cara y las proporciones del cráneo para clasificar a una persona. Algunas eran consideradas criminales peligrosos en potencia por el tipo de rostro que tenían. La foto era susceptible de análisis médicos que etiquetaban a los retratados.
Ball traslada la dureza del fotomatón a la pintura para jugar con la objetividad. La interpretación de la artista es muy diferente: un retrato humano de "una persona mirándote directamente" que convierte al delincuente en acusador en lugar de acusado, mostrando su vulnerabilidad en un espacio vacío.
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