Cuando París descubrió los placeres de la vida moderna

  • Los espectáculos, el ocio al aire libre y los avances tecnológicos del  siglo XIX se reflejaron en el arte, con el impresionismo y el 'art nouveau'.
  • Una exposición reúne pinturas, esculturas y objetos que muestran la bonanza cultural parisina de la modernidad.
  • Junto a obras de Manet y Degas, el Nationalmuseum de Estocolmo destaca a grandes pintores suecos que aprovecharon la inspiración parisina.
Óleo de Manet realizado en torno a 1876, que muestra a la actriz Ellen André a la última moda de París
Óleo de Manet realizado en torno a 1876, que muestra a la actriz Ellen André a la última moda de París
Édouard Manet - ©Nationalmuseum
Óleo de Manet realizado en torno a 1876, que muestra a la actriz Ellen André a la última moda de París

La recién estrenada modernidad de París era bullente: espectáculos de variedades, bailes, teatros y cafés alargaban las noches y reunían a la bohemia. La creciente clase burguesa buscaba el ocio en el campo, con deportes al aire libre, ríos transparentes y caseríos idílicos. Con el ferrocarril era fácil y rápido llegar al paisaje más bello. Francia había emprendido el camino hacia la modernidad con la Revolución de 1789 y este proceso alcanzó su esplendor a finales del siglo XIX.

El impresionismo, centrado en el momento efímero, cambió el modo de retratar la naturaleza y hasta en las artes aplicadas la delicadeza de la vegetación influyó en los ornamentos, los muebles y las vajillas.

El Nationalmuseum de Estocolmo (Suecia) expone Det moderna livet (La vida moderna), una colección de pinturas, esculturas y objetos que ejemplifican cómo la sociedad francesa recibió con entusiasmo los avances del siglo XIX y la influencia que esas emociones tuvieron en el arte.

De la Revolución Francesa al inicio de la I Guerra Mundial (1914), Francia sufrió conflictos y alzamientos a raíz de reformas políticas que permitieron la democracia y los cambios sociales. La vida del ciudadano se transformaba con los avances tecnológicos, las fábricas y el ferrocarril provocaban un éxodo masivo de los campos hacia las ciudades. En 1889 se erigió la Torre Eiffel, un monumento a la nueva Francia, ávida de espectáculos, arte e innovación.

Pintores ensombrecidos

Las obras de Édouard Manet, Edgar Degas, Auguste Renoir y Auguste Rodin son el testimonio visual de esta bonanza. El museo destaca el modo en que inspiraron a artistas suecos como la pintora y filántropa Eva Bonnier o el exitoso pintor, escultor y grabador Anders Zorn, que estudiaron en París fascinados por el atractivo cultural de la capital. La exposición recopila obras de primeras esas figuras del impresionismo combinadas con trabajos de estos autores a veces olvidados o ensombrecidos por los maestros de fama mundial.

Un refinado jarrón de cristal creado por el maestro del artista del 'art nouveau' Émile Gallé, el retrato que Manet pintó de una elegante mujer parisina vestida de negro o uno de las litografías del Moulin Rouge realizadas por Toulouse-Lautrec son algunas de las joyas de la muestra, en cartel hasta enero de 2013.

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