El cliente no obtiene el servicio o producto más adecuado, el profesional ve mermado su negocio y hasta Hacienda, que somos todos, sale perdiendo. Pero cuando sucede en el sector sanitario, nos jugamos algo más que unos euros. Los dentistas, que son señores que tradicionalmente dan mucho miedo (al mío, que es muy bueno, siempre le recuerdo el lema de su gremio: Primum non nocere, o Lo primero es no hacer daño), nos advierten de que hay otros que deberían darnos pánico: los que se ponen a manipular nuestras bocas sin tener titulación, licencia, conocimientos o instrumental adecuado (a veces, todo junto).Un amigo me comentó que no me hiciese mirar los dientes justo antes de las vacaciones porque se me podrían fastidiar (las vacaciones). Pero parece que en la Región hay sacamuelas de trastienda que pueden acabar jodiéndonos el año entero, la cartera y las piezas bucales, y eso sí que duele.
Dolor sin oficio
El intrusismo es una cosa muy mala.
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