Kirk Douglas te ayuda a escoger un oficio

De la vida de un gran hombre, dicen, siempre se puede aprender. Pero si el gran hombre en cuestión vivió muchas vidas (alrededor de 95, para ser exactos) a lo largo de casi un siglo de carrera, entonces las posibilidades se multiplican. En homenaje a Kirk Douglas, que nos ha dejado a los 103 años, queremos mostrar aquí cómo su filmografía no solo le llevó a protagonizar películas maravillosas, sino también a ejercer casi todas las profesiones conocidas por la humanidad. Échales un vistazo, y lo mismo encuentras tu camino en la vida.

Dada su imagen de tipo duro dentro y fuera del plató (que se lo pregunten a Stanley Kubrick), sorprende saber que uno de los primeros papeles de Kirk Douglas fue el de un pacífico docente aficionado a la música clásica. En Carta a tres esposas (1949), J. L. Mankiewicz puso al actor en un papel que hoy sería calificado de "mangina", "planchabragas", "beta" y otras cosas igual de desagradables en según qué foros de internet.

El mismo año en el que Carta a tres esposas mostraba su lado más afable, Douglas volvía a convertirse en un machote con mucho peligro en El ídolo de barro, una película que supone todo un ejemplo de cómo no comportarse en el ring… ni en la vida, en general.

Basada en la vida de Bix Beiderbecke, uno de los pioneros del jazz, El trompetista es una vuelta de tuerca más al tropo del artista atormentado. Michael Curtiz (Casablanca) le puso a Douglas en las manos el instrumento titular para hacerle vivir una relación complicadilla con Lauren Bacall (quien tardó unos cuantos años en darse cuenta de que había interpretado a una lesbiana) mientras bebe como un cosaco. Molaría verle en una jam con el Sinatra de El hombre del brazo de oro, ¿verdad?

En 1951, cuando se estrenó la película, el personaje de Kirk Douglas en El gran carnaval mostraba todo aquello que un periodista nunca debería ser: una sabandija sin escrúpulos que se beneficia del sufrimiento ajeno. Hoy en día, sin embargo, el personaje sería un modelo a seguir para los guionistas de cualquier reality de televisión. Dale las gracias a Billy Wilder y su habilidad para anticiparse al futuro.

Cuando le toca hurgar en sus propias entrañas, Hollywood suele pintar a los productores como villanos. ¿Por qué será? Pues a lo mejor el Kirk Douglas de Cautivos del mal (1952) tiene la respuesta: inspirado en Val Lewton, magnate que financió clásicos como La mujer pantera, Jonathan Shields es uno de los mayores sinvergüenzas y bellacos de la historia del cine… pero con mucho encanto, eso sí.

Viendo a Kirk Douglas en 20.000 leguas de viaje submarino, a cualquiera le entran ganas de hacerse a la mar. Siempre, claro está, que la travesía incluya la posibilidad de tener una foca amaestrada y un pasaje gratis en el submarino del capitán Nemo (James Mason), mientras uno queda como el único personaje sensato de la historia. Una fantasía digna de Julio Verne, sin duda.

"¡Nosotros estamos aquí para interpretar a tipos duros, no a maricas!", le espetó John Wayne a Kirk Douglas tras el estreno de El loco del pelo rojo (1956). Sin ánimo de llevarle la contraria al 'Duque', queremos matizar dos cosas: hasta donde sabemos, Vincent Van Gogh (el personaje de Kirk en esta película) era heterosexual, y sus broncas impresionistas con el Gauguin de Anthony Quinn son buenos ejemplos de machotes entrechocando las cornamentas.

Puede que pasara a la fama como tahúr y pistolero en el Lejano Oeste, pero 'Doc' Holiday (el personaje real al que Douglas interpreta en Duelo de titanes, 1957) era sacamuelas titulado. Si necesitas un empaste, ponte en sus manos, pero luego no te quejes si un tiroteo legendario (con o sin Burt Lancaster de por medio) se organiza en la consulta.

¿Clásico del cine bélico? Pues sí. ¿Película que puso en marcha la carrera de Stanley Kubrick? Pues también. Pero recordemos que Senderos de gloria es también una espléndida película de juicios (amañados) y que si el capitán Dax (Douglas) afronta la defensa de esos soldados acusados injustamente es porque, antes de alistarse para luchar en la I Guerra Mundial, ejerció como abogado en la vida civil. La asignatura de Derecho Romano, eso sí, se la sacó en Espartaco, unos años más tarde.

Convertido ya en un icono del rojerío hollywoodiense, Douglas se puso a las órdenes de John Frankenheimer en Siete días de mayo, uno de los mejores thrillers de y sobre la Guerra Fría. En esta película, además, el actor volvió a encontrarse con Burt Lancaster, solo que, mientras uno es un oficial de inteligencia que investiga una conspiración, el otro es un general dispuesto a dar un golpe de estado en EE UU para evitar un tratado con la Unión Soviética. Con amigos como estos…

El escritor inglés Martin Amis, que participó (a su pesar) como guionista en Saturno 3 (1980), retrató en su novela Dinero a un actor de Hollywood ya anciano pero empeñado en demostrar que aún era un tigre en la cama. No queremos señalar, pero el hecho de que la partenaire de Douglas en esta película sea Farrah Fawcett (31 años menor que Douglas) nos hace pensar que la cosa iba con segundas.

En Otra ciudad, otra ley (1986), el último filme que protagonizaron juntos, Kirk Douglas y Burt Lancaster ejercían de gangsters veteranos obligados a buscarse la vida tras largos años de talego. Entre otras ordalías, eso obligaba a Douglas a venderle yogurt helado a un cliente muy joven y muy sabelotodo: no es extraño que, tras catar el trabajo precario, tanto él como su amigo decidieran volver al negocio de asaltar trenes.