Las playas más peligrosas son las cercanas a Bilbao

El baño es arriesgado en Sopelana, en La Arena y en Barrika. En total, hay peligro en siete de los 25 arenales de Vizcaya por el estado del mar.
Las playas más cercanas a Bilbao son las que tienen el baño más arriesgado de Vizcaya. Cruz Roja califica de «peligrosos» siete arenales por el estado del mar. De ellos, cuatro están en pueblos próximos a Bilbao.

Son las tres playas de Sopelana (La Salvaje, Arrietara y Atxabiribil); y la de La Arena, que está entre Ziérbana y Muskiz. Las otras tres playas peligrosas son las de Bakio, Laga y Laida. En todas ellas es raro encontrar una bandera verde (baño libre), pero frecuente ver un rescate. Koldo Larrazabal, coordinador de los socorristas vizcaínos, ya advierte de que en esas playas hay muchas más intervenciones que en el resto.

Mismamente, la semana pasada, en Arrietara los socorristas sacaron del agua a siete personas en peligro.

Cruz Roja ha recogido el estado del mar en las playas en los 26 días de labor que ha habido desde que comenzó la temporada de baños. Así, en Arrietara, la mitad de los días ha ondeado la bandera amarilla (precaución), ocho veces ha habido roja (prohibido) y sólo cinco, verde.

La tónica se repite en los otros tres arenales «peligrosos», aunque el caso más extremo es el de Barrika. Pese a no tener la etiqueta de «peligrosa», en lo que va de verano aún no ha tenido una bandera verde.

Claro que no todas las playas cercanas a la capital son peligrosas. La playa de Ereaga en Getxo y las de Plentzia y Gorliz han tenido prácticamente todas sus banderas verdes.

«No se trata de rescatar, que también, sino de prevenir», insiste Larrazabal. Por eso lo fundamental es respetar las indicaciones de los socorristas.

Cómo salvarse en una corriente

La clave es no entrar al agua si la bandera lo prohíbe. Pero si una vez dentro la corriente arrastra, «hay que nadar siempre en paralelo a la línea de costa hasta que salgamos de la corriente», recuerda Larrazabal. Hacerlo en vertical es en vano y deja sin fuerzas. Pero no siempre la mar tiene la culpa. A veces, la forma física juega una mala pasada. Larrazabal insiste: «Hay que salir del agua al primer síntoma de malestar como calambres o visión borrosa».

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