Un jefe de ETA envió 1.800 cartas de extorsión en 2 años

  • Thierry tenía dos 'carteros', vecinos de Andoain, que buzoneaban las misivas.
  • En todo este tiempo, "canalizaron un tercio de los chantajes de la banda".
Imagen de archivo del exjefe político de ETA durante el proceso de negociación entre los terroristas y el Gobierno en 2006, Francisco Javier López Peña, 'Thierry'.
Imagen de archivo del exjefe político de ETA durante el proceso de negociación entre los terroristas y el Gobierno en 2006, Francisco Javier López Peña, 'Thierry'.
EFE
Imagen de archivo del exjefe político de ETA durante el proceso de negociación entre los terroristas y el Gobierno en 2006, Francisco Javier López Peña, 'Thierry'.

Francisco Javier López Peña Thierry acumulaba mucho poder dentro de ETA. No solo era el responsable del aparato político (Poltsa) cuando fue detenido en mayo de 2008, sino que también controlaba el aparato de propaganda y la gestión y el cobro del 'impuesto revolucionario', la extorsión a empresarios, un aparato bautizado con el nombre de Gezi (Gora Euskal Zerga Iraultza).

Aunque la patronal navarra desveló que ETA había dejado de enviar cartas de extorsión en abril de 2011 (tras el "alto el fuego permanente, general y verificable" de enero de 2011), el chantaje a los empresarios ha sido durante décadas la principal vía de ingresos de la banda terrorista, en torno al 80%.

La documentación de Thierry ha permitido conocer cómo funcionaba Gezi y cómo llegaban las cartas de extorsión a los empresarios elegidos por ETA. Al jefe etarra le ayudaba en esta tarea su número dos, Ainhoa Ozaeta Kuraia. Ozaeta fue edil en Andoain (Guipúzcoa). Allí, en el año 2001, conoció a Juan Ignacio Otaño, 51 años, alias Tintto; e Iñaki Iguerategui Lizarribar, 42 años. Este último trabajaba de bombero y es primo de un etarra que murió al transportar una bomba.

Otaño e Iguerategui fueron fichados por ETA ese año. Y, hasta su detención en febrero de 2012, fueron una pieza clave del entramado de extorsión etarra. Los dos colaboradores, que integraban un comando bautizado como Zipi, entregaban periódicamente a Thierry y a Kuraia boletines oficiales de Guipúzcoa y revistas económicas donde venían los datos de empresarios potencialmente extorsionables. Ahora se sabe que el comando Zipi facilitó datos sobre la empresa Altuna y Uría, cuyo consejero delegado, Ignacio Uría, fue asesinado por ETA en diciembre de 2008. Thierry no dudaba en anotar al lado de los nombres de las empresas que le facilitaban Otaño e Iguerategui expresiones como "facturación bestial en empresas públicas".

Sobres en sobres

El comando Zipi fue vital para ETA. Los investigadores calculan que solo en los años 2005 y 2006 canalizaron un tercio de las "actuaciones extorsionantes para financiar a ETA". Thierry tenía en uno de sus ordenadores 1.863 archivos que contenían misivas de chantaje y se sabe que Otaño e Iguerategui entregaron al menos 552 cartas en esos dos años.

Thierry las escribía en el ordenador y se citaba en Francia con sus dos carteros. En estas citas, Thierry les entregaba sobres de tamaño libro que a su vez contenían una docena de sobres más pequeños, ya con el sello, la dirección y el remitente. En cada paquete, el jefe etarra indicaba el mes en el que tenían que ser buzoneadas.

La Guardia Civil siguió y grabó en vídeo a Otaño entregando esas cartas en San Sebastián. Incluso grabó una de las reuniones que tuvieron con Thierry en Francia tres días antes de su detención.

Solo un 10% de las víctimas ponen en conocimiento de la Policía su situación, según un análisis de la Justicia francesa tras hablar con 125 empresarios vascos. El miedo impera. ETA ha asesinado a 38 empresarios. Gezi tenía los datos de esos 125 empresarios y sus familias, lo que debían pagar y la represalia para cada caso si no colaboraban. Las cantidades reclamadas ascendían a 32,5 millones.

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