El microchip se implanta en las gasas, de forma que el detector avise para impedir que el paciente involuntariamente se lleve "puesta" una parte del instrumental quirúrgico.
Estos olvidos no son sólo muy engorrosos, ya que pueden hasta provocar la muerte al paciente, sino que además son relativamente comunes, como lo prueba el hecho de que sucedan en una de cada 10.000 intervenciones y dos tercios de los objetos olvidados son gasas.
Hasta ahora, a ojo
El método utilizado hasta ahora es mucho más rudimentario: se cuentan las gasas y todos los instrumentos antes, durante y después de la operación.
En el estudio del doctor Alex Macario y sus compañeros de Stanford, se probó el chip de radiofrecuencia en ocho pacientes sometidos a operaciones abdominales o pélvicas.
En todos los casos, el detector consiguió localizar en menos de tres segundos la gasa depositada en el interior de esas personas antes de suturar la incisión.
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