Toulouse sigue traumatizada días después del tiroteo: "Hay familias en estado de shock"

Momento en que la policía acorraló al autor del tiroteo en un colegio judío de Toulouse, Mohamed Merah, que falleció en su casa tras oponer resistencia a la policía.
Momento en que la policía acorraló al autor del tiroteo en un colegio judío de Toulouse, Mohamed Merah, que falleció en su casa tras oponer resistencia a la policía.
Guillaume Horcajuelo / EFE
Momento en que la policía acorraló al autor del tiroteo en un colegio judío de Toulouse, Mohamed Merah, que falleció en su casa tras oponer resistencia a la policía.

El recelo parece haberse instalado entre la población de la hasta ahora tranquila ciudad de Toulouse, en el sur de Francia, donde esta semana uno de sus habitantes fue objeto de un espectacular asedio policial tras asesinar a tres militares, tres niños y al padre de dos de ellos.

El francés de origen argelino, Mohamed Merah, autor confeso de la muerte de siete personas, murió el jueves por disparos de las fuerzas de seguridad que le mantuvieron asediado en su apartamento de Toulouse durante más de 32 horas.

El lunes, Merah se dirigió en moto a un colegio judío a la hora del comienzo de las clases y disparó indiscriminadamente, matando a sangre fría a tres niños y a un profesor, padre de dos de las víctimas.

La semana pasada, Merah había asesinado a tiros en plena calle a tres militares en Toulouse y la vecina localidad de Montauban, y según confesó posteriormente cometió esos crímenes en nombre de la red terrorista Al Qaeda.

Dos días después del desenlace del caso de terrorismo, como ha sido clasificado por las autoridades francesas, la policía continúa investigando el entorno de Merah, de 23 años, en Toulouse, donde algunos que le conocieron se muestran sorprendidos por lo ocurrido.

Los musulmanes de Toulouse temen ahora que este caso se vuelva contra ellos y reavive la estigmatización que ya sentían previamente.

El piso de Merah

El número 17 de la calle Sergent Sevigné, donde vivía y fue abatido el autor confeso de la matanza, presentaba este sábado el aspecto de un lugar donde terminó la función, y cuyos últimos asistentes renquean antes de partir.

Solo unos cuantos impactos de bala alrededor del primer piso, donde se atrincheró Merah, los cristales rotos de la única vivienda aledaña que no estaba cerrada a cal y canto, y una puerta recién instalada atestiguaban lo ocurrido apenas 48 horas antes.

Los vecinos, traumatizados

Con el cerco policial ya levantado, unos pocos periodistas intentaban hablar con los vecinos, que regresaron el viernes a sus casas tras ser evacuados el miércoles, y que según dijo uno de ellos solo querían "estar tranquilos y olvidar lo sucedido". "Aquí hay familias en estado de shock, gente traumatizada", agregó el vecino del inmueble.

Frente al hermetismo de los vecinos, multitud de curiosos se acercaron al residencial barrio Côte Pavée para hacer fotos y comentar lo sucedido.

Una pareja de jóvenes aseguró sentirse "mucho más tranquila" ahora que "el terrorista" había muerto y pidieron que no se identifique a musulmanes con terroristas.

Así lo pidió también Yannis, un joven de origen argelino que fue a la escuela "Victor Hugo" con Mohamed Merah, a quien describió como un chico "muy amable y tranquilo". "Está claro que los políticos van a instrumentalizar lo ocurrido y no sé si la gente será capaz de darse cuenta", aseguró.

Samir, también de origen argelino, consideró que Mohamed Merah actuó más movido por sentirse discriminado que por ser un fanático islamista peligroso.

"La gente que le conocía me dice que su mayor trauma fue el rechazo del Ejército francés cuando quiso ingresar", arguyó Marc, un educador social con muchos años de experiencia en Les Izards, el barrio donde creció Merah.

Un capítulo inconcluso

El intento de que la situación no pase a mayores se hace palpable en los esfuerzos de las autoridades y los responsable locales por crear un frente común y devolver la calma a la ciudad.

El viernes se celebró a mediodía una concentración de repulsa al odio y el antisemitismo en la céntrica plaza del Capitolio, con la participación de miembros de la comunidad musulmana y judía, de la que forma parte el propio alcalde de Toulouse, Pierre Cohen.

Asimismo, entre las decenas de peluches y ramos de flores que franqueaban la entrada a la escuela judía donde fueron asesinados un profesor y tres niños se podía leer una banda en la que los padres musulmanes apoyaban a los allegados de las víctimas.

Además, un dispositivo policial desplazado desde varias ciudades de Francia ha sido instalado por un tiempo indefinido en "puntos sensibles" de la ciudad, tales como la entrada de los colegios judíos y algunos lugares de culto.

No obstante, pese al llamamiento de los políticos y los líderes religiosos de todo el país a no hacer una "amalgama" entre Islam y terrorismo, algunos signos apuntan a que el capítulo aún no está cerrado.

Este sábado a mediodía, la policía detectaba la preparación de una marcha "pro-Merah" en el barrio de su niñez, según el diario regional La Dépêche.

Es allí donde el educador social aseguró que se viven momentos de gran tensión y "hay jóvenes que dicen alegrarse de los asesinatos cometidos".

La marcha convocada para el domingo por las asociaciones judías de la ciudad quizá sirva de termómetro para determinar si Toulouse quiere dejar o no el suceso atrás.

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