El Senado del Estado de Idaho (noroeste de EE UU) ha dado luz verde a un proyecto de ley por el que las mujeres tendrán que escuchar por ultrasonidos al feto antes de abortar. La votación no ha estado exenta de polémica entre los senadores, según ha relatado la prensa local, ya que algunos se mostraron en contra de la técnica que se empleará.

El procedimiento, que tendría lugar en las primeras semanas del embarazo, ha sido calificado por algunos de los senadores como "invasivo" (consiste en grabar por ultrasonidos el latido del feto con una técnica a través de la vagina), ya que no se realiza a través del abdomen.

Además, este proyecto de ley obligaría a las víctimas de violación o incesto que quieran abortar a someterse también a la prueba del ultrasonido.

Una de las senadoras que se opuso a este proyecto de ley declaró a sus compañeros lo siguiente: "Como mujer y como persona de fe, este proyecto de ley hace que quiera llorar. Quiero poner fin al aborto tanto como vosotros, y me opongo totalmente a las excepciones de abortar en caso de violación, incesto o peligro de la vida de la madre. Pero creo que esta norma es un abuso contra mi fe y supone un exceso hacia la mujer", declaró la senadora Diane Bilyeu.

Steve Vick, otro senador, sí opina que esta sea una buena medida: "Es una oportunidad más para el feto de demostrar que debería vivir".

Durante el debate en el Senado, la medida provocó inesperadamente la oposición de varios senadores, una minoría en comparación con el apoyo aplastante que recibió la propuesta.

La senadora Shawn Keough, que se definió como partidaria del derecho a la vida, no cree que el estado deba mandar sobre un procedimiento médico. "Tendremos nuestras opiniones y nuestros sentimientos, pero no somos médicos", dijo Keough. "¿Qué lugar ocupa el gobierno en esa habitación junto a ese paciente y ese médico?", añadió.

El caso del estado de Idaho no es el primero en EE UU. El pasado mes de enero, un tribunal federal de Texas había dado el visto bueno a una ley por la que los médicos deberían obligar a sus pacientes a escuchar los latidos del feto antes de decidir si querían poner fin a su embarazo.