La crisis dispara las protestas y ya deja una media de 60 al día

Miles de personas protestan en Madrid contra la reforma laboral.
Miles de personas protestan en Madrid contra la reforma laboral.
Jorge París
Miles de personas protestan en Madrid contra la reforma laboral.

La crisis se ha colado en las calles españolas convirtiéndolas en espejo de la frustración. El resultado, un país en el que de media se convocan alrededor de 60 protestas diarias.

El último balance del Estado (datos de 2010) y los datos recabados por 20 minutos de las distintas delegaciones y subdelegaciones del Gobierno demuestran que, desde el comienzo de la crisis –2008–, el número de convocatorias no deja de crecer, y 2012 va camino de convertirse en un año récord.

Para hacernos una idea de la evolución, el último informe que recoge las reuniones y manifestaciones celebradas en España data de 2010 y cifra en 19.336 los expedientes de ese año, un 36% más de movilizaciones que antes de la crisis (2007). Esta radiografía incluye las protestas comunicadas, no comunicadas, prohibidas, con cambios de itinerario... el termómetro del descontento social.

Desde 2010 y hasta hoy, un año 2011 marcado por el 15-M ‘indignado’, que se echó a las calles movilizando a centenares de miles de personas, con jornadas donde llegaron a convocarse hasta 80 protestas en España. Unos datos que, en opinión de los expertos, mantendrán la tendencia alcista de los últimos años, con 2.000 movilizaciones más al año.

Con nuevos invitados entrando en escena: las redes sociales "consiguieron ser un catalizador del descontento desde mayo de 2010 (el tijeretazo anunciado por Zapatero: recorte a funcionarios, suspensión del cheque-bebé...)", explica Jaime Pastor, profesor de Ciencia Política de la UNED.

"Hartazgo"

Más o menos numerosas, con quejas de diferente temática, pero una demostración de que crisis y hartazgo van de la mano en los últimos cuatro años. En las últimas movilizaciones, los recortes están detrás de la mayoría de las convocatorias. Y el espíritu del 15-M sobrevuela. "Inició un ciclo rebelde. Había una pérdida de credibilidad en las viejas organizaciones, especialmente entre los jóvenes. No se puede entender la marea verde (en defensa de la enseñanza pública), por ejemplo, sin el 15-M", explica Pastor.

En lo que va de 2012, y según datos provisionales de las diferentes delegaciones y subdelegaciones del Gobierno del país, las cifras apuntan a récord. En la Comunitat Valenciana, castigada especialmente por la corrupción política, los dos primeros meses del año dejaron 942 manifestaciones, 5 veces más que las que se produjeron el mismo periodo en 2011 (184). Solo en Barcelona, 308 hasta el pasado 5 de marzo, según datos del departamento de Interior de la Generalitat.

Ciudades con menos población también demuestran su nivel de descontento con cifras significativas. Córdoba, por ejemplo, lleva 91; Granada, 99; Valladolid, 169... Protestas que movilizan a miles de manifestantes. Una figura que, en 2011, año de la primavera árabe y de indignados españoles, fue personaje del año para la revista Time.

El grado de éxito

¿Y ahora? Dependerá de muchos factores el tirón que puedan seguir teniendo las movilizaciones en España. Entre ellos, el grado de éxito, "lo que se consiga", y también de la posible represión que sufra. Y ahí señalan a Valencia y las cargas policiales como una acción que puede traer consigo el efecto contrario al que pretendían, es decir, en lugar de aplacar y debilitar las movilizaciones, fortalecerlas.

El próximo 29 de marzo se celebrará la que –para los sindicatos– pretende ser la gran cita, en lo que va de año, en cuanto a movilizaciones: la huelga general. A partir de ahí, aunque es difícil de prever, se presume un periodo "bastante intenso, al menos hasta verano" en cuanto a protestas, según Jaime Pastor. El experto en movimientos sociales recuerda que el 15-M está organizando una protesta global para el próximo 12 de mayo.

Encierros, acampadas...

Huelgas y manifestaciones van acompañadas de un aumento de métodos más drásticos. Frente al activismo concentrado en el tiempo y en el espacio que representan las manifestaciones, las acampadas y los encierros conjugan la ocupación permanente del espacio público con la visibilidad mediática prolongada en el tiempo.

Junto a formas de protesta colectivas, hay otras puramente individuales. Aunque en ocasiones también ocupen el espacio público, es más habitual que estos indignados solitarios opten por acciones llamativas (carreras solidarias o desnudos públicos) o decisiones arriesgadas (huelgas de hambre y amenazas de quemarse a lo bonzo).

Leire Sainz Ezquerra, por ejemplo trabaja desde hace 11 años, subcontratada por diferentes empresas, en el servicio de atención al cliente de Iberdrola en Güeñes (Vizcaya).

Lleva una semana en huelga de hambre. Su sueldo, 800 euros, apenas le da para ir tirando. "Una huelga tradicional no servía para nada, Iberdrola subcontrataba a otra empresa y cubría nuestros puestos", dice.

"Desconcertada y muy cansada", no pierde la esperanza de que con esta huelga de hambre, junto a otra compañera, sus problemas cobren protagonismo público: desde diciembre de 2010, 70 empleados, la mayoría mujeres, han sido despedidos; y, desde marzo, en aplicación de la reforma laboral, otros 11 se han quedado sin trabajo por estar de baja por enfermedad (justificada).

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