La mujer trabajadora española lo tiene más difícil que la mayoría de sus homólogas europeas

Una mujer trabajadora, en una imagen de archivo.
Una mujer trabajadora, en una imagen de archivo.
GTRES
Una mujer trabajadora, en una imagen de archivo.

La igualdad de oportunidades laborales entre sexos avanza, aunque demasiado poco a poco, según la Comisión Europea. Si tomamos como indicador, por ejemplo, la presencia de mujeres en consejos de administración de empresas en 2011 (un 13,7%), supone un avance de menos de dos puntos en un año.

A este ritmo "llevaría más de 40 años alcanzar un equilibrio", denuncia Viviane Reding, comisaria de Justicia de la UE.

Según estadísticas oficiales, en España las mujeres comienzan pisando fuerte en la etapa universitaria al obtener mejores calificaciones que los hombres, pero en la vida laboral ocupan la mayoría de los empleos a tiempo parcial, perciben menos salario y ocupan menos puestos de responsabilidad en las empresas y ámbitos de decisión.

La mujer trabajadora española lo tiene más difícil que la mayoría de sus homólogas europeas, a la vista de los datos. Cobran, de media, un salario un 22% menor que los hombres (cifras del INE) y gozan de una de las tasas de empleo más bajas de la Unión Europea (52,3%, frente a los hombres, un 64,7%). Además, apenas un 19% ocupan algún tipo de cargo de dirección y no superan el 5% para los puestos de presidencia.

La situación dista de ser idílica en otros países de nuestro entorno. Así, en la Alemania gobernada por la canciller Angela Merkel, las trabajadoras ganaron en 2010 salarios un 23% menores que ellos, y la presencia de directivas en las 200 principales empresas apenas llegó al 3%.

Acabar con el llamado ‘techo de cristal’ en el mercado laboral no es solo una reclamación feminista. Supondría un impulso económico y dispararía hasta un 20% el crecimiento de un país, según los cálculos del Banco Mundial.

En América Latina, la brecha laboral parece pasar a un plano secundario frente a los datos de violencia de género (329 muertas en todo el continente, según un informe de 2011).

En el lado positivo, destaca el impulso llevado a cabo por las mujeres en la llamada primavera árabe, que han logrado hacer oír su voz en países en los que apenas gozan de derechos.

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