Los iraníes celebraron sus primeros comicios tras las polémicas elecciones de 2009

Una fotografía facilitada por la página web oficial del líder supremo iraní, ayatolá Alí Jamenei, muestra el líder supremo mientras vota en los comicios legislativos en una urna móvil instalada en el Complejo Religioso Imán Jomeini en Teherán, Irán.
Una fotografía facilitada por la página web oficial del líder supremo iraní, ayatolá Alí Jamenei, muestra el líder supremo mientras vota en los comicios legislativos en una urna móvil instalada en el Complejo Religioso Imán Jomeini en Teherán, Irán.
EFE
Una fotografía facilitada por la página web oficial del líder supremo iraní, ayatolá Alí Jamenei, muestra el líder supremo mientras vota en los comicios legislativos en una urna móvil instalada en el Complejo Religioso Imán Jomeini en Teherán, Irán.

Irán celebró este viernes sus novenos comicios legislativos desde el triunfo de la Revolución Islámica en 1979, en medio de una fuerte lucha interna por el poder y un torbellino de amenazas y sanciones internacionales por su programa nuclear.

La jornada electoral, que se inició a las ocho de la mañana hora local (05.30 hora española) y que debía haber acabado diez horas más tarde, se amplió en cuatro ocasiones, debido, según dijo el Ministerio del Interior en su página web, a la participación masiva de los electores.

A falta de otros datos, Abas Alí Kadjodai, portavoz de Consejo de Guardianes, organismo religioso que supervisa la vida política y también las elecciones, aseguró que se calcula que la participación fue entre un 8% y un 9% mayor que en las legislativas de 2008.

Electores y periodistas locales, por otra parte, aseguraron que la presencia de votantes en los colegios de Teherán ha sido mucho menor que en los comicios presidenciales de 2009, que ganó el actual presidente, Mahmud Ahmadineyad, y en las que la oposición denunció fraude.

Las autoridades iraníes aplastaron con violencia las protestas que estallaron tras conocerse los resultados, en las que se produjeron decenas de muertos y miles de detenciones. Sus dos principales líderes, Mehdi Karrubí y Mir Husein Musaví, llevan más de un año en un rígido arresto domiciliario.

Descartados los reformistas del régimen, ahora se han enfrentado el sector más radical, agrupado en torno al líder supremo, el ayatolá Alí Jameneí, y el del presidente Ahmadineyad, en un ambiente de confrontación con el exterior debido a las sanciones económicas de EEUU y la UE y las amenazas de ataques de Washington y Tel Aviv.

La respuesta a las amenazas exteriores ha servido a todos los sectores, y en especial a Jameneí, para pedir el voto masivo en los comicios, para dar un "nuevo golpe a la 'arrogancia'", como llaman a EE UU e Israel.

Desde abril del año pasado, la unidad en el régimen se rompió, cuando Jameneí desautorizó a Ahmadineyad al reponer en su puesto al ministro de Inteligencia, Haydar Moslehi, un fiel al líder que había sido destituido por el presidente, que aparentemente trataba de ganar poder en el sistema.

Un día normal

Desde entonces, los leales al líder, llamados "principalistas", han descalificado a los seguidores de Ahmadineyad, les han acusado de ineficacia y tachado de desviacionistas y de poner en duda la primacía religiosa en el sistema, con intención de copar la nueva legislatura.

El Gobierno de Ahmadineyad, por su parte, ha hecho en el último año un gran esfuerzo de propaganda en las zonas rurales y pequeñas ciudades, donde han recordado los subsidios a las familias humildes, la construcción de viviendas y otras obras y servicios, que han anotado en su activo, del que esperan sacar réditos electorales.

Si los principalistas consiguen una victoria aplastante, la política interior puede ser más radical y estricta en materia social, mientras, si se mantiene el equilibrio con los seguidores de Ahmadineyad, se podría favorecer una economía más abierta, dentro y de cara al exterior.

En materia nuclear, ambas partes coinciden en que Irán no renunciará a su programa atómico, que insisten en que es civil y pacífico pese a las sospechas de algunos, con EE UU a la cabeza, de que tiene una vertiente militar, pero Ahmadineyad parece más flexible a la hora de negociar con la comunidad internacional.

Este viernes, la vida en Teherán siguió el ritmo de un viernes normal, con pocos indicios de los comicios legislativos en las calles, donde bazares y comercios abrieron por la mañana. Las familias, más preocupadas por la situación económica y el fuerte aumento de precios en los últimos meses, que se han unido a los del pasado año, aprovecharon para aprovisionarse de cara al cercano Noruz, el año nuevo persa, que empieza el 20 de marzo.

Un total de 48,2 millones de iraníes eligieron entre 3.467 candidatos, los 290 escaños de su noveno Parlamento en los 33 años de historia de la República Islámica, regida desde 1979 por el régimen teocrático fundado por el ayatolá Ruhola Jomeini.

Según sondeos de medios locales, la participación en Teherán podría ser de entre 35 y 40 por ciento, mientras en el conjunto del país ascendería a entre 55 y 60 por ciento, pues se espera más asistencia en pequeñas ciudades y el medio rural, donde la religiosidad es mayor y los candidatos más próximos a la población.

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