Mario Vaquerizo, una estrella sin pudor y con estilo propio

  • Aspirante a megaestrella, hedonista y 'fashion victim', el marido de Alaska adora los 'flashes', entre los que se mueve como pez en el agua.
  • Mario Vaquerizo pone la locura; Alaska, la sensatez.
Alaska y Mario Vaquerizo, que han entregado varios premios, en el photoccall previo a la gala 20Blogs.
Alaska y Mario Vaquerizo, que han entregado varios premios, en el photoccall previo a la gala 20Blogs.
JORGE PARIS
Alaska y Mario Vaquerizo, que han entregado varios premios, en el photoccall previo a la gala 20Blogs.

Enfundado en sus pantalones pitillo, se exhibe en el photocall con su cazadora de cuero con tachuelas de Balmain, que ya forma parte íntegra e indisoluble de su personalidad, casi tanto como sus bolsos de Louis Vuitton, su melena fosca y su lápiz de ojos. Pone en práctica sus poses ensayadas, sus muecas favoritas, a medio camino entre Joey Ramone y Paris Hilton.

Mario Vaquerizo recibe feliz el cálido chorro de luz de los flashes y la popularidad. ¿Por qué no va a serlo? Ha comenzado a grabar la segunda temporada de un exitoso reality, le pagan por lo que es su mayor placer (asistir a fiestas, presentaciones y saraos de lo más variopintos), pincha en los mejores locales, se codea con todas las celebrities y está casado desde hace trece años (casi uno según la ley) con su ídolo juvenil, Alaska, a la que cariñosamente llama Olvi. Puede que su grupo de rock, Nancys Rubias, no tenga todo el éxito de ventas y crítica que él desearía, pero si le importa, no se le nota un ápice.

"No me arrepiento de nada", aseguraba hace pocos días, después de que la Cope, donde participaba los fines de semana en el programa de Cristina López Schlichting, le despidiera por haber posado para el polémico artista y cineasta Bruce LaBruce emulando a Jesucristo en La Piedad. Mario asegura respetar la decisión de la cadena, pero se reafirma en su posición: no ve en esta foto una provocación y además declara ser "una persona muy cristiana". La afirmación no deja de sorprender, teniendo en cuenta que su película favorita de LaBruce -de quien se considera fan absoluto- es Hustler White: un excéntrico paseo por la prostitución, el sadomasoquismo, el travestismo y el sexo con personas amputadas.

Así es él, pura contradicción; nacido para cultivar su cuerpo a golpe de bisturí (y encantado de pregonarlo) y vestirlo con prendas que superan los 13.000 euros; amante de las cervezas, las cortezas de cerdo, Alice Cooper, David Bowie, Pamela Anderson y la movida madrileña, de la que ya casi ha logrado formar parte a posteriori.

La vergüenza, el pudor y el tabú no están en su vocabulario: Vaquerizo es un mercenario, un animal social, y como tal se ha movido como pez en el agua desde que era un estudiante de Periodismo, y después como redactor en Marca, en su etapa en el departamento de prensa de Subterfuge o como representante de Elsa Pataky, Leonor Watling o Paz Vega (con esta última le une una gran amistad). Los que le conocen aseguran que es un encanto. Los que no, no le soportan. Muchos se cuestionan su pretendida heterosexualidad y la autenticidad de su naturalidad desmedida. Pose o no, le funciona.

Tándem pluscuamperfecto a la par que extraño, Mario y Alaska se conocieron durante la promoción de un disco de ella. Del trabajo surgió la amistad, y después, "la chispa", dice ella. En 1999 sellaron su amor en Las Vegas -él vestido de Elvis- y su boda regó las páginas de la revista Rolling Stone. En junio del año pasado formalizaron su matrimonio ante la ley, esta vez vía televisiva. Se divierten y se complementan, él pone la locura y ella la sensatez, aseguran quienes los conocen. Incluso comparten maquillaje. ¿Qué más necesitan?

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