«Hay que luchar por un niño como Juan Antonio»

La sevillana María Luisa Vidal ha recibido la medalla de oro en Educación por enseñar a un niño que sólo dice ‘sí’ o ‘no’ con los párpados.
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Para enseñarle a sumar, fabricó dos grandes manos de cartulina; para leer, colgó con pinzas de tender letra por letra en un cordel; para aprender el mapa de España, hizo un puzle; para entender las plantas, arrancó una raíz, y para comunicarse, inventó el sistema alternativo JAM, un código de colores, muy práctico para sus necesidades, que ha patentado y lleva las iniciales de su alumno. Más tarde aprendieron el programa informático Editor Morse, con el que el JAM se comunica interactivamente con el entorno.Ésta es la historia de una profesora (María Luisa Vidal Durán) y su alumno (Juan Antonio Manuel Mena Benítez).

El joven, de 21 años, lleva 14 recibiendo clases en su domicilio de Dos Hermanas. Está postrado en una cama y su enfermedad (falta de mielina) sólo le permite comunicarse con un leve movimiento de la lengua y con los ojos, órganos que emplea para decir ‘sí’ (parpadea) o ‘no’ (baja los párpados).

Pese a sus limitaciones, Juan Antonio tiene el mismo currículum que otros jóvenes. Está matriculado en el IES Alvareda y estudia cuarto de ESO. Este año le pusieron una webcam para seguir las clases en casa.

«Hay que luchar por un niño como Juan Antonio», dice la maestra, que ha recibido la medalla de oro al mérito en Educación por su entera dedicación a este aprendiz tan especial.

Una mente maravillosa

«Él saca lo mejor de mí, y viceversa»

Ella lo llama «chavalín» y él, «chiquilla». «Cuando estamos juntos, hay magia. Él saca lo mejor de mí, y viceversa. Juan Antonio me ha enseñado una filosofía de vida muy particular: no se deprime, siempre tiene buen humor y se supera día a día. Es un luchador», dice María Luisa. La primera vez que esta profesora de audición y lenguaje vio a su alumno, éste tenía siete años. Hoy, con una sonrisa, dice haber conseguido lo más importante: «Que el joven tenga un mundo interior y una vida llena». A J. A. M. le encanta aprender, leer, escribir, el cine, la música, la historia y la lengua. Si por él fuera, «el día tendría 48 horas. Le gusta sentirse vivo».

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