Gibraltar y las Malvinas, dos chinas en el zapato de lo que queda del Imperio Británico

  • Esta semana se cumplen 30 años de la Guerra de las Malvinas, y en 2013, el 300 aniversario del reconocimiento de España de la soberanía británica de Gibraltar.
  • Similitudes y diferencias entre estos dos territorios británicos de ultramar que son reclamados, uno por España y el otro por Argentina.
Gibraltar (izq) y Malvinas, dos plazas coloniales en permanente y larvado conflicto.
Gibraltar (izq) y Malvinas, dos plazas coloniales en permanente y larvado conflicto.
ARCHIVO
Gibraltar (izq) y Malvinas, dos plazas coloniales en permanente y larvado conflicto.

Es una cuestión territorial, colonial, nacional, nacionalista… populista. El Imperio Británico sigue provocando disputas después de muerto en lugares tan distantes (y distintos) como Gibraltar y las Islas Malvinas.

Estamos ante dos aniversarios embarazosos. Este abril se cumplen 30 años de la Guerra de las Malvinas, que enfrentó a Argentina y Reino Unido por la posesión del archipiélago; en 2013 se cumplirán 300 años del Tratado de Utrecht, por el que España reconoce la soberanía del Peñón.

Gibraltar y las Islas Malvinas pertenecen, ambos, a los Territorios Británicos de Ultramar (lo que significa que tienen Gobierno propio y Reino Unido se limita a la protección exterior y comercial). Ambos, además, son reclamados -a veces como argumento ad populum- por España y Argentina.

Hasta ahí, las similitudes. Las diferencias, sustanciosas, tienen que ver con la demografía, la situación económica, las relaciones bilaterales entre los países en liza y hasta con el grado de oficialidad que la reclamación territorial presenta.

Más que un asunto de Estado

La reivindicación de las Islas Malvinas (en posesión británica desde los años treinta del siglo XIX, cuando tuvo lugar la restructuración del poder colonial francés, español y británico en América del Sur) ha adquirido en Argentina tal peso político que hasta una disposición en la Constitución reclama su soberanía. Un detalle, importante, que no está presente en el caso de España y el Peñón.

Para Argentina, la cuestión de las Malvinas es un asunto de Estado (no siempre lo fue desde que en 1833 Buenos Aires dejó de ser su fugaz propietaria), consagrado en la Carta Magna desde la presidencia de Carlos Menem. Un par de años antes de esta fecha - en 1982- había tenido lugar el conflicto con Reino Unido por su posesión. Un enfrentamiento armado en el que Argentina, fuertemente persuadida del nacionalismo beligerante de su Junta Militar, salió amargamente derrotada.

En España, por el contrario, la cuestión gibraltareña ni está tan presente en la ciudadanía (y los políticos) ni responde a una necesidad irremplazable. Durante la dictadura, Franco jugó políticamente con la situación de Gibraltar para exaltar las pasiones nacionalistas y tratar de agitar al pueblo frente al enemigo exterior. Una política que, una vez en democracia (y con España dentro de la CEE), dejó de tener sentido.

Colonialismo 'sui géneris'

Las Malvinas, vigiladas por un comité de descolonización de Naciones Unidas desde los años 60, es un caso sui géneris de colonialismo. La población del archipiélago (2.913 personas) es descendiente de los colonos ingleses que Reino Unido introdujo en ella, por lo que el Derecho de Autodeterminación no se puede aplicar sin tener en cuenta los deseos de los actuales habitantes de las islas.

Algo parecido sucede en el caso de Gibraltar. Como ocurre con las Malvinas, la ONU también define a Gibraltar como colonia, si bien esta condición no ha hecho prosperar ninguna propuestas para que la plaza vuelva a soberanía española.

Reino Unido se escuda en esta característica peculiar, la última vez hace apenas unos días por boca de su secretario de Estado para Europa, David Lidington, para limitarse a decir que no harán algo que los gibraltareños (o los kelpers, como se llaman los habitantes de las Malvinas) "no quieran".

Relaciones bilaterales

Reino Unido y Argentina no son, como España y Reino Unido, socios preferentes. Prueba de ellos es el tiempo -tres años- que ha permanecido vacante el puesto de embajador argentino en Londres.

Por el contrario, España y Reino Unidos tienen unas relaciones bilaterales óptimas y unas relaciones económicas a la altura de cualquier otro país dentro de la UE. Todos los días, miles de españoles cruzan la frontera del Peñón para trabajar; no sucede lo mismo con los argentinos que quieren visitas las Malvinas.

Mientras en los últimos años la política de los Gobiernos español y británico ha sido de acercamiento (por primera vez, en 2009, un ministro español, Miguel Ángel Moratinos, visitó oficialmente Gibraltar), las relaciones entre Argentina y Reino Unido son mucho más tensas.

A comienzos de febrero, la presidenta argentina anunció que denunciará a Londres ante la ONU por la militarización de las Malvinas. La presidenta señaló que el reciente anuncio de Londres del envío a las islas del destructor más moderno de la Marina Real, no puede sino interpretarse como una "militarización del Atlántico Sur", que "implica un grave riesgo para la seguridad internacional".

Así las cosas, puede decirse que, mientras Gibraltar es para España y Gran Bretaña algo así como una china en el zapato, las Malvinas representan, para Gran Bretaña y Argentina -sobre todo para esta última- la madre de todas las batallas.

Situación e intereses comerciales

Tanto Gibraltar como Malvinas tienen un desempeño económico peculiar. Ambas, como antiguas colonias que son, disfrutan de características propias que hacen de ella plazas importantes para las relaciones comerciales.

Gibraltar, por ejemplo, gracias a su situación especial dentro de la UE, está exento de aranceles y de pagar el IVA, por lo que se ha convertido en sede social de un gran número de empresas (últimamente, florecen, sobre todo, las empresas de juego por Internet).

La situación de Malvinas es diferente. Por su ubicación en el Atlántico Sur, a 800 kilómetros de la costa argentina, el archipiélago es un importante centro de comunicaciones y de abastecimiento para las bases británicas en la Antártida. Además, los recursos naturales (su potencial petrolífero se constató ya en los setenta, y los pesqueros siempre se tuvieron en cuenta) son también una fuente importante de preocupación, interés y conflicto.

Mostrar comentarios

Códigos Descuento