El acusado de asesinar a su compañero de piso y profanar su cadáver en septiembre de 2008 en Bullas no sufría ningún tipo de alteración en sus facultades intelectuales o en su voluntad y concibió un plan para ello, sabiendo lo que tenía que hacer en cada momento. Además, no aprecia "ira" en los actos, sino una planificación que él mismo relató.

Así lo ha determinado el psiquiatra forense que evaluó a Alejandro M.A., más conocido por haber cometido el 'crimen de la tinaja', en la segunda sesión del juicio con Jurado Popular que se celebra en la Audiencia Provincial previsiblemente hasta este jueves.

Según este experto, en el procesado se observó "una claridad y orden de pensamiento y ninguna alteración en su memoria, puesto que relató cómo sucedió todo", así como apreciación inexistente en su estado anímico.

De esta manera, el médico forense ha desmontado la versión inicial del abogado defensor, quien alegó un trastorno mental de su cliente, una persona "con desequilibrio mental, una grave alteración psíquica que le hace no saber lo que está y no está mal".

También ha debatido la versión de que Alejandro pudo haber reaccionado de esta manera por su pasado, su trauma infantil de abusos sexuales continuados de su progenitor. En opinión de este experto, este trauma podrá tener "la importancia que tenga, pero no tuvo ninguna influencia en su capacidad de decidir".

"No fue un hecho impulsivo, sino que se planificó fríamente y lo meditó", ha puntualizado el médico forense, para añadir después que observó en Alejandro "una falta de arrepentimiento que entra dentro de los actos cuerdos de una persona fría, no empática".

También ha rechazado que Alejandro tuviera en la víctima la imagen de su padre borracho, y si hubiera sido así tenía la capacidad de haber decidido y actuar de otra manera en cualquier otro momento.

La conclusión a la que llega el médico forense es que Alejandro mató por un motivo que él mismo le expuso, ya que la víctima, al enterarse que éste se había fugado de la prisión, le pidió que se marchara de su domicilio, algo a lo que no accedió el procesado y por eso decidió acabar con su vida.

Igualmente, ha puesto de manifiesto que tenía un plan para acabar con su vida, dado que "en cada momento planificó lo que quería hacer" y después de matar a la víctima, incluso tenía un plan posterior de cobertura y de huida; algo que contrasta con la acción propia de una persona que no está cuerda, que se caracteriza porque después de asesinar "no actúan de forma responsable, sino que se pasean, se quedan al lado del cadáver".

Alejandro, por contra, "tenía el plan de ocultar el cadáver y de abandonar el lugar con actitud de huir", preocupándose de llevar el cadáver a la tinaja que había en el sótano de la vivienda, para lo que se percató de que en el trayecto que hay de la casa a este sótano no lo viera ningún vecino. En este sentido, los forenses han dejado claro que lo hizo él solo, puesto que ofreció detalles de cómo lo cogió de las piernas y lo bajó por las escaleras dando cabezazos.

A preguntas del fiscal, el médico forense ha constatado que el procesado, que lo ha descrito como una persona de carácter frío y sin ninguna empatía hacia la víctima, perfectamente sabe distinguir entre lo que está bien y lo que está mal y pudo haber elegido.

Sin embargo, ha recalcado, empleó una violencia "desmedida y excesiva" puesto que hubo intervalos de tiempo en el proceso, le lavó la cara a la víctima y la dejó maniatada en la habitación mientras él se dispuso a ver una película de 'Rambo' en el comedor.

La prueba pericial se ha completado con la intervención de la médico forense que ha descrito al Jurado cómo murió la víctima. Presentaba múltiples lesiones y signos de haber sido sujetada de pies y manos, además de que tenía signos de haber sido estrangulada en los momentos de agonía.

La tasa de embriaguez de la víctima, que ha calificado de "aguda" al presentar casi 3 gramos por litro alcoholemia, a su vez influyó para disminuir su capacidad de respuesta a esta agresión "desmesurada".

"premeditado y a conciencia"

En la segunda sesión del juicio han declarado también vecinos de Bullas que conocían tanto a la víctima como al procesado. Todos ellos han coincidido en señalar el carácter alcohólico de la víctima, que solía emborracharse con asiduidad.

Uno de los testigos ha recordado que la víctima, a la que le proporcionó cobijo en su casa durante cuatro años, "era una bella persona" y que no le gustó nada el panorama que estaba viendo, pidiéndole a ésta que echara de su casa a Alejandro y que si no lo hacía, iría él en persona.

Cuando estuvo sin ver a la víctima unos días, acudió a su domicilio porque sospechaba que algo iba mal, momento en el que se le ocurrió bajar hasta donde se encontraban las tinajas con la peor de las suposiciones. "Me imaginé lo peor de Alejandro", ha señalado este testigo, quien considera que todo fue premeditado y a conciencia porque el acusado le regaló ese mismo día seis litros de vino para emborracharlo.

También ha declarado en el juicio otro testigo, apodado como 'El tachuelas' y que el acusado le incriminó en la primera sesión del juicio al asegurar que le ayudó a meter el cuerpo de la víctima en la tinaja. 'El tachuelas' ha negado este extremo y ha dejado claro que cuando acudió al domicilio de la víctima, le abrió la puerta Alejandro y le dijo que se había ido a comprar vino, algo que no le sorprendió.

"Lo vi un poco cansado y alterado", ha señalado 'El tachuelas', quien ha dicho no acordarse de la declaración que hizo ante la Guardia Civil, a los que les comentó que había visto a la víctima sentada en una silla cuando acudió a verla y que le dijo que no pasaba nada y que se fuera. Por contra, ha indicado que en ningún momento vio a la víctima muerta y ha negado su participación en el crimen.

Por último, la hermana del fallecido, al que llevaba sin ver desde hacía 16 años y con el que no mantenía contacto, ha pedido que el acusado cumpla con los años de cárcel que se le impongan.

Más de 25

Años de prisión

El fiscal considera que los hechos son constitutivos de un delito de asesinato, por el que pide una pena de 24 años de prisión; así como profanación de cadáver, por el que procede imponer cinco meses de cárcel; y de resistencia a los agentes de la autoridad, por el que pide un año de prisión.

Según las conclusiones provisionales, tras un permiso carcelario, el acusado acudió a la vivienda de la víctima en Bullas y comenzó una discusión. Comenzó a propinar a la víctima puñetazos por todo el cuerpo hasta hacerlo caer en un sillón del salón, lo que aprovechó para volver a golpearlo de nuevo en la cabeza con un palo de atizar el fuego dejándolo aturdido.

Tras golpearlo fuertemente en la nunca, lo llevó a su dormitorio le ató de manos y pies y le siguió pegando y después lo llevó al baño donde lo lavó, pero como insistía en acostarse lo empujó hacia el salón, donde lo volvió a golpear con un palo en la cabeza hasta que cayó al suelo.

Después cogió un cuchillo de cocina y le cortó el cuello con la clara intención, según Fiscalía, de seccionarle la aorta, pero al comprobar que seguía vivo le clavó un destornillador primero en el pulmón y luego en el pecho, pero como no moría le clavó el cuchillo en la barriga, finalmente le puso las manos en la garganta y luego en el pie hasta que dejó de respirar.

A continuación se aseó y se llevó el cuerpo de la víctima a la cocina y lo colocó en el frigorífico, pero como no cabía lo ató con una cuerda. Posteriormente, limpió la vivienda y sacó el cuerpo de la nevera, le cortó con unas tijeras de podar el dedo meñique, que metió en el congelador, envolvió el cuerpo hasta bajarlo al sótano, ponerlo en la primera tinaja que encontró y taparlo.