El CEBAS-CSIC coordina un proyecto europeo para optimizar el cultivo de tomate mediante portainjertos

Investigadores de Holanda, Turquía y España se reúnen el próximo lunes en Murcia
Cultivo de tomate
Cultivo de tomate
CARM
Cultivo de tomate

El investigador del Centro de Edafología y Biología Aplicada del Segura (CEBAS-CSIC), Francisco Pérez-Alfocea, coordina un proyecto europeo cuyos miembros se reúnen el próximo lunes, 6 de febrero, en Murcia para desarrollar estrategias que permitan mejorar la productividad vegetal en condiciones ambientales adversas.

El proyecto, titulado 'ROOTOPOWER' ('el poder de la raíz'), tiene como objetivo principal el estudio de las raíces de plantas de tomate y su interacción con microrganismos del suelo para aumentar la producción de los cultivos hortícolas en condiciones desfavorables como son la falta de agua o de nutrientes, la salinidad del agua y la dureza del suelo, y las temperaturas extremas.

'ROOTOPOWER' es un proyecto colaborativo del VII Programa Marco de la Unión Europea que ha sido financiado con 3 millones de euros al haber sido seleccionado como excelente por la Comisión Europea. Casi un tercio de esta ayuda tendrá como destino instituciones y empresas de la Región de Murcia.

En el consorcio coordinado por la Agencia Estatal Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CEBAS-CSIC), participan doce socios más entre universidades y empresas de España, Holanda, Bélgica, Turquía, Reino Unido y Alemania, según informaron fuentes del CEBAS-CSIC en un comunicado.

Los próximos días 6 y 7 de febrero tendrá lugar en el hotel Nelva de Murcia la primera reunión de todos los socios que dará lugar al comienzo oficial del proyecto, que durará cuatro años.

Según el investigador del CEBAS, el sistema de experimentación escogido es la planta de tomate injertada sobre raíces procedentes de una amplia diversidad genética disponible en especies silvestres afines.

Además, es el cultivo hortícola de mayor producción a nivel mundial, y su genoma ha sido secuenciado recientemente, lo que facilitará la obtención de resultados positivos y su aplicación a otros cultivos hortícolas.

España, Holanda y Turquía, países participantes en este proyecto, son los mayores productores europeos de tomate, y, por esta razón, la aplicación práctica de los resultados obtenidos en esta investigación es de gran interés para potenciar la sostenibilidad y competitividad de su agricultura.

Sin embargo, los resultados del proyecto se harán también extensivos a otros países en vías de desarrollo mediante acuerdos con agencias de cooperación internacionales.

En condiciones de laboratorio

El estudio se lleva a cabo en condiciones de laboratorio y también de campo. La clave del proyecto es hacer uso de la variabilidad natural que existe en las especies de tomate silvestre, adaptadas a vivir en condiciones adversas, y transferir esta tolerancia a las variedades comerciales de una forma directa a través de las raíces mediante su uso como portainjertos.

Se espera que la mejora del sistema radicular del tomate favorezca la captación de agua y de nutrientes y aumente la tolerancia a la salinidad y dureza del suelo a través de las nuevas raíces y su mejor interacción con hongos y bacterias del suelo.

De esta manera, se espera incrementar la productividad del cultivo sin aumentar la demanda de recursos hídricos y fertilizantes, y manteniendo el suelo como substrato natural de cultivo. Pérez-Alfocea señala la importancia que tendrán estas investigaciones para la mejora de la agricultura del sureste español.

Según explica, desde hace milenios, los agricultores han estado mejorando sus variedades, de manera intuitiva, mediante cruzamientos realizados con sus mejores plantas. En la actualidad, los avances tecnológicos y las nuevas herramientas genéticas permiten obtener variedades más productivas y que sean más eficientes en el uso de los recursos.

Sin embargo, el cambio climático está contribuyendo al aumento de la temperatura y a la disminución de la cantidad y calidad de los recursos hídricos, especialmente en los países mediterráneos, mientras que un uso excesivo de fertilizantes contamina el medioambiente.

El investigador añade que las herramientas que se desarrollen en este proyecto pueden facilitar que las empresas de semillas y productores de tomate puedan desarrollar nuevas variedades y portainjertos más resistentes a las condiciones locales de cultivo.

Los investigadores estiman que el proceso de mejora de las variedades mediante cruzamientos, que tarda unos 10 años en tomate, podría acortarse y realizarse entre 5 y 7 años.

Pero sobre todo, la gran novedad es que a través de la aplicación de los resultados obtenidos en 'ROOTOPOWER' se podrán generar rápidamente variedades de portainjertos (raíces) que mejoren el comportamiento de los cultivos hortícolas como tomate, melón, pimiento y berenjena frente a dichas condiciones medioambientales adversas.

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