Helen Hessel, la mujer que inspiró el filme 'Jules y Jim'

  • Una historia llena de rupturas y desencuentros que originó la película de Truffaut.
  • Helen era la madre del pensador Stephane Hessel, autor del libro 'Indignaos'.
  • Fue miembro de la resistencia francesa y testigo excepcional de las vanguardias.
Helen Hessel encauzó su vida haciendo gala de una fuerza y una audacia insólitas.
Helen Hessel encauzó su vida haciendo gala de una fuerza y una audacia insólitas.
EL PAIS AGUILAR
Helen Hessel encauzó su vida haciendo gala de una fuerza y una audacia insólitas.

Helen Hessel fue la mujer que inspiró la película Jules et Jim, el mítico triángulo amoroso dirigido por Françoise Truffaut y protagonizado por Jeanne Moreau.

En el libro Helen Hessel. La mujer que amó a Jules y a Jim se detalla la historia de sus pasiones, su energía inagotable, su creatividad exuberante, su caracter seductor y sensual, y también sus temibles prontos.

Helen fue la madre de Stephane Hessel, el autor del libro Indignaos. Además fue miembro de la resistencia francesa y testigo excepcional de las vanguardias y la historia europea del siglo XX.

La autora, Marie-Françoise Peteuil, ha buceado en sus diarios, cartas, y lo que sus amantes y amigos escribieron sobre ella, para retratar a una mujer fascinante, que jamás renunció a ser dueña de su vida.

Desde que nació en el seno de una acomodada familia alemana fue la niña mimada, la pequeña, la favorita. Helen Grund parecía tener el mundo a sus pies. Su primera infancia fue un recreo de risas, carreras, juegos en los que ella casi siempre ganaba. Con cerca de diez años, su madre es ingresada en una clínica para enfermas mentales y la vida le mostró pronto su lado oscuro.

Locura y suicidio

Tres de los cinco hermanos Grund terminaron sus vidas de manera trágica. La propia Helen coqueteó con la idea de la locura y el suicidio en alguno momentos de su vida. Pero su pasión vital fue más poderosa que cualquier estigma familiar. De hecho, llegó a vivir casi 100 años.

Helen es una joven afortunada a principios del siglo XX. Viaja por Europa, habla tres idiomas y su padre, un banquero algo incompetente para los negocios, pero alegre y tolerante, no se opone cuando decide ser pintora e ingresa en la Academia de Berlín.

Sí hay rastros de su primer gran amor, su profesor George Mosson, inglés, treinta años mayor que ella. Fueron siete años de amor clandestino, sin compromiso, de euforia sensual que ambos vivirán de manera feliz.

A los 26 años decide dar un golpe de timón y se marcha a París. Allí conocerá a Franz Hessel, poeta y judío alemán y a su amigo Henry-Pierre Roché. Uno alto y delgado, el otro bajito y regordete. Uno fue su marido y el otro su amante durante trece años. Uno era Jules, el otro era Jim y ella, Kathe en la película que desafió las convenciones amorosas en los años sesenta y que hoy es un clásico del cine.

Matrimonio atípico

El matrimonio de Franz y Helen era todo menos convencional. Franz, de naturaleza tranquila y amable, tolera las excentricidades de Helen -como lanzarse al Sena para llamar la atención- y sus numerosos amantes. Aunque el lazo que los une es sólido, de profunda amistad y cariño.

El 27 de julio de 1914, en Suiza, nace Ulrich tras un penoso parto. Nadie apuesta por su vida, pero Helen es una madre leona. "Toma mi sangre, tú, mi sangre adorada, ¡vive!", Ulrich vivió y la consecuencia de su complicado nacimiento fue una parálisis del lado izquierdo.

A pesar de la guerra, Helen y su niño se refugian en Berlín. Allí, en 1917, nace, sin ningún contratiempo, Stephan. La primera guerra mundial llega a su fin y Franz vuelve a casa definitivamente. Está abatido, derrotado y su mujer es un torbellino de energía.

Ella decide ser granjera y deja a la familia para aprender las labores del campo. Trabaja duro como campesina en Polonia, Silesia y en una granja cerca de Berlín, donde vuelven a reunirse.

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