Nunca antes China había estado tan presente y arraigada en Barcelona como ahora. Lo confirma el hecho de que actualmente haya 15.000 chinos empadronados en la ciudad, que unos 70.000 turistas provenientes del gigante asiático visiten Cataluña cada año y que la mitad de los pequeños negocios ya estén en manos de este colectivo.

Ahora empieza el Año del Dragón, que traerá felicidad, vitalidad y éxito, según la antiquísima tradición china. A los ciudadanos nacidos en China parece que ya hace años que las cosas les van bien en Cataluña. Tanto, que no solo abren restaurantes que a duras penas llenan y tiendas de ropa al por mayor ubicadas en auténticos guetos. Ahora, los chinos regentan el bar Pepe de la esquina donde hacen bocadillos de tortilla con pan con tomate y también comentan los triunfos del Barça con los parroquianos. Zapaterías, fruterías, ferreterías, peluquerías, autoescuelas... la lista de comercios y negocios es enorme.

La comunidad china escada vez  más fuerte y está arraigada en Barcelona. Ahora ya son 15.000 las personas de este origen empadronadas. Por lo que respecta a la actividad económica, los chinos están resistiendo la crisis mucho mejor que el comercio tradicional y ya controlan cerca del 50% del pequeño comercio, según datos de la consultora Nielsen.

Desde este viernes hasta el domingo, el Moll de la Fusta acoge la celebración del Año Nuevo Chino. Se recrea un pueblo tradicional de China y se ofrecerán degustaciones, espectáculos y actividades familiares.

Regenta un restaurante en el Eixample desde hace 20 años, el Fu Hua. Se puede decir que es un pionero y que preserva el negocio tal y como era en sus inicios: "Hay quien se ha reconvertido en un wok, en un supuesto tailandés o en un japonés, nosotros no", explica Wang ShuFan. Vino desde Shanghai en 1992 y dice que ahora no volvería a su país. "Barcelona está menos contaminada, tiene un mejor clima y la gente es simpática", resume sonriendo y en un castellano perfecto.