Hace dos años y medio aún era jefa de personal, pero se sentía muy estresada y decidió cambiar. Su idea fue crear un gimnasio sólo para mujeres, "porque hay un sector al que no le gusta ir a un local mixto –explica Laura–; a veces les da vergüenza no estar en forma".

En el camino tuvo que aprenderlo todo sobre gimnasios y cómo se lleva un negocio. Sacó dos conclusiones: no haría un gimnasio masificado donde se antepone la cantidad a la calidad.

Y dos, es difícil entrar en un banco, presentar un plan de negocio y conseguir la financiación que necesitas. "Hasta pedí un crédito hipotecario, pero nada". Al final, consiguió dicho préstamo y se puso en marcha, pero otra parte se la prestó su familia. "Vivo peor que antes, me paso aquí 14 horas, pero no me arrepiento de nada".

Sabe que deberá mantener el ritmo ‘rompepiernas’ por un tiempo. Su última apuesta es una ultramoderna plataforma de vibración; se la acaban de traer.

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