Ignacio González: el hombre fiel de Aguirre vetado por Génova

  • Aguirre apuesta por el vicepresidente como su sucesor.
  • Trabó amistad con la presidenta en 1996 y ha acumulado poder a su lado hasta hacerse con el control del Partido Popular de Madrid.
  • Lideró la ofensiva del PP de Madrid contra Rajoy en 2008, mientras que Génova le vetó cuando fue propuesto como presidente de Caja Madrid.
La presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, junto al vicepresidente autonómico, Ignacio González.
La presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, junto al vicepresidente autonómico, Ignacio González.
Chema Moya / EFE
La presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, junto al vicepresidente autonómico, Ignacio González.

Jaime Ignacio González González (Madrid, 1960) es el elegido para ser el nuevo presidente de la Comunidad de Madrid. Tras la dimisión de Esperanza Aguirre, y aunque sus colaboradores más próximos siempre hayan negado que quiera sucederla, el hombre de confianza de la líder del PP de Madrid toma un poder institucional que ya ejercía de puertas para adentro por delegación de su jefa de filas.

González, licenciado en Derecho, hizo amistad con Esperanza Aguirre cuando esta ocupó el Ministerio de Educación entre 1996 y 1999. Él acababa de llegar a la subsecretaría ministerial procedente del Ayuntamiento de Madrid, donde era funcionario y había ocupado varios cargos menores, entre ellos el de director de servicios de Cultura.

Sus caminos tomaron rumbos distintos cuando Aguirre pasó a la Presidencia del Senado, pero ya se habían hecho inseparables. Al recibir Aguirre la encomienda de sustituir a Alberto Ruiz-Gallardón como candidata del PP a la Comunidad de Madrid, no se olvidó de él. Tras el 'Tamayazo', le pidió que abandonase la Secretaría de Estado para la Extranjería y la Inmigración, que ostentaba en ese momento, y le convirtió en vicepresidente.

Desde entonces, Ignacio González ha acumulado poder como ejecutor de las decisiones de su jefa de filas. Relegar a Francisco Granados de la secretaría general del PP de Madrid en 2011 supuso superar el último escollo para ejercer el mando sin ningún tipo de oposición interna.

Hasta ahora ostentaba la presidencia del Canal de Isabel II, la vicepresidencia del Comité Ejecutivo de la Feria de Madrid (Ifema) y asumía las competencias regionales de las relaciones del Ejecutivo con el parlamento regional, los asuntos taurinos y las competencias en materia audiovisual de la Comunidad.

Mal visto por Génova

Acostumbrado a trabajar en la segunda línea, González ha sido el filtro previo para llegar a Aguirre, incluso entre sus compañeros de Gobierno. Como portavoz del Ejecutivo, y pese a que el contacto con los medios no le agrada en exceso, da respuesta cada jueves a cualquier tema, por espinoso que sea. Su supervisión sobre la política general de la Comunidad y sobre el resto de consejeros del Gobierno resultaba molesta para algunos de sus compañeros, que sabían, pese a todo, que, cuando hablaba González, era Aguirre quien mandaba.

Sus colaboradores más estrechos aseguran que es concienzudo y "muy, muy trabajador", pero niegan la extensa influencia que se le atribuye, también sobre la presidenta, a pesar de que consejeros como Percival Manglano, Pablo Cavero, Salvador Victoria y Regina Plañiol entraron en el Gobierno tras las últimas elecciones gracias a su mediación directa. Con ellos, se aseguró que el Ejecutivo respondería a sus órdenes en el caso de que Aguirre decidiese hacerse a un lado.

González maneja el lenguaje político con soltura y no duda en responder (e incluso en cuestionar) de forma contundente a los periodistas cuando las preguntas le incomodan. Sin embargo, carece del carisma personal de su mentora y apenas despierta  simpatías en el PP. De hecho, Mariano Rajoy ya impidió que González fuese designado presidente de Caja Madrid cuando se desató la lucha por el control de la entidad. Su lugar lo ocupó finalmente Rodrigo Rato.

Nacho, como solo le llaman sus próximos, lideró además la ofensiva que el PP de Madrid lanzó contra Rajoy cuando este fue reelegido secretario general en el Congreso de Valencia en 2008. Sin embargo, que Aguirre le nombrase secretario general en 2011 supuso refozar su figura ante cualquier intento de desestabilización. En ese momento, como la propia Aguirre ha admitido, ya pensaba en designarle como sucesor.

Los espías y el ático

Sus enfrentamientos con Francisco Granados, el último en salir del Gobierno regional, no eran ningún secreto. Tampoco que Aguirre había llegado a advertir a ambos que, en el momento en el que sus disputas saltasen más allá de los muros de Génova o de la Puerta del Sol, habría consecuencias.

Sobre el papel, Granados era el secretario general del partido, el 'número 2' de la formación solo por detrás de la presidenta. En la práctica, González tenía mando en plaza. Por eso, al desvelarse los supuestos espionajes llevados a cabo por funcionarios de la Consejería de Presidencia, Justicia e Interior, dirigida por Granados, el exalcalde de Valdemoro quedó en jaque.

Los medios de comunicación revelaron vídeos que, supuestamente, probarían que Ignacio González también habría sido víctima de seguimientos durante un viaje a Colombia como presidente del Canal de Isabel II.

La Justicia nunca equiparó las supuestas vigilancias a González con las ejecutadas sobre el entonces consejero del Gobierno regional Alfredo Prada o sobre el vicealcalde de Madrid y mano derecha de Alberto Ruiz-Gallardón, Manuel Cobo. Pese a ello, y según fuentes populares, Granados ya había quedado sentenciado. "Aguirre nunca ha dudado de quién era su favorito", concluye un miembro del equipo de la presidenta.

González fue directamente investigado este año para tratar de determinar si el ático de lujo de Marbella en el que pasa sus vacaciones fue un regalo a cambio de su mediación a favor de la trama Gürtel en Arganza del Rey. Las pesquisas se saldaron con el archivo de la causa por parte de la Fiscalía Anticorrupción, el expediente y traslado de uno de los comisarios que las iniciaron.

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