Las 14.00 horas del viernes, hora de la apertura del Rock in Rio 2011, dejó una marea cosquilleante de melenas y figuras tiernas en shorts. Primero,estas sortearon con muchos nervios los controles de seguridad. Después, hicieron sonreír con sus gritos a los reporteros gráficos que les esperaban y, por último, salieron a la carrera al Escenario Mundo, el más grande de la muestra, para abrazarse allí, sofocadas, sin dejar de brincar.

Las pocas que interrumpieron un instante su correteo para contestar las preguntas de los periodistas revelaron que: habían estado esperando una media de entre dos horas y media y cinco para entrar las primeras al recinto y que su edad oscilaba entre 19 y 23 años; que el 60% -muchas con gafas con forma de corazón y el cabello alisado- había asistido al festival más grande del mundo para ver a Katy Perry en directo. Que el 30% prefería a Rihanna, aunque a la de Barbados se le había reservado el mejor horario y que los muchachos encuestados (10%) tenían ganas de ver "a ambas". Además, la mayoría consideraba que el Rock in Rio no era caro teniendo en cuenta su oferta musical y valoraba "mucho" la calidad de sus servicios.

Forrado por una costosa alfombra de césped, con tres escenarios reciclados de su anterior edición en Madrid y con buen tiempo pese a las previsiones de lluvia -se decía que Roberto Medina, su fundador, había contratado un chamán para luchar contra las predicciones tormentosas-, el Rock in Rio celebró el viernes una jornada de inauguración tierna y principalmente enfocada al fenómeno fan, con largas colas para probar la tirolina que cruzaba todo el festival y la montaña rusa con bucles.

Las actuaciones de Elton John -demasiado serena para Rio- y la de la brasileña Claudia Leitte, una especie de Daniela Mercury pero en más joven y minifaldera, se encargaron del público adulto. La segunda fue capaz de poner a bailar a familias enteras y convertir la explanada del Escenario Mundo en una gran verbena.

Pero si alguien consiguió protagonizar la velada esas fuero Katy Perry y Rihanna. Enzarzadas, supuestamente, en un duelo de divas, ambas traían un buen número de grandes éxitos listos para triunfar.

La puesta en escena incluyó decenas de coreografías, bailarines, músicos, proyección de imágenes, cambios de vestuario y sorpresas. Como la aparición de la primera, Perry. flotando sobre una nube de cartón piedra o sus insólitos cambios de ropa ante el público como por arte de magia. También hubo lluvia de confetis, fuegos artificiales, paseos por el público, flirteos con un espectador... para que todos se fueran contentos.

Rihanna, por su parte, la última del cartel del escenario principal, tuvo que luchar contra el agotamiento de un auditorio al que se presentó con dos horas de retraso. Los que aguantaron la espera para ver a esta dama cimbrear la cintura y mirar de medio lado dicen que aún se emocionõ cuando escucharon el "Na na na na na ¡come on!".