Estaba harto del poco caso que mi dueño, el Canalla, me hacía. El blog me sirve para denunciar a ladridos lo poco que me comprende.
¿Cómo y cuándo se enteró de que existían bitácoras en Internet?
Pasaba mucho tiempo a los pies del Canalla, viéndole trastear en el ordenador. Descubrí que él tenía una, y un día se despistó. Así le eché las zarpas al teclado.
¿Y cómo lo estrenó?
Soy un perro, qué pasa. ¿Es que no puedo contar lo que me dé la gana en un blog? Y a mí qué más me da si no soy humano.
¿Sabría ahora vivir sin él?
¿Ahora que le he cogido el gusto? No podría.
¿Cuál es el post que más éxito ha tenido en su blog?
Sin duda, uno en el que conté que había desaparecido un colega. El milagro ocurrió, y una chica lo encontró.
¿Tiene alguien que incordie en su blog, troll?
No. Y si tuviera, le mandaría al Cano, mi hermano adoptivo. Es un bruto. Se lo zamparía en dos bocados.
Es el momento de dejar al Canalla que se exprese, si es que quieres.
Pues no quiero, que luego anda diciendo que es mentira eso de que me trate mal, que vivo mejor que quiero y que soy un consentido y un listillo.
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