"Es muy lamentable. Esos jóvenes iban a disfrutar de una atracción de feria y se han dejado la vida en ello. Los más perjudicados, después de sus familias, somos nosotros", asegura el presidente de la Confederación española de industriales feriantes (CEIF), Javier Molina, a 20minutos.es. Tres personas muertas y una herida grave es el trágico balance del accidente que se ha producido este martes en el municipio toledano de Villacañas, el más grave ocurrido en España en los últimos treinta años.
Además de esa especie de ITV, es necesario presentar ante los ayuntamientos donde se quiere montar la atracción una póliza de responsalidad civil por valor de 1.200.000 euros, un seguro de riesgos laborales, un documento que certifique que no se tienen pagos pendientes a la Seguridad Social y un boletín que garantice el estado óptimo de la instalación eléctrica.
Inspecciones constantes
El último paso de este protocolo de seguridad, y quizás el más importante, es la inspección que realiza un ingeniero cada vez que se monta de nuevo la atracción. Esta prueba, que cuesta entre 80 y 150 euros, consiste en comprobar que el montaje es correcto y estable, que el funcionamiento en movimiento del aparato es óptimo, que el sistema eléctrico es seguro y que, por tanto, está preparada para abrirse al público. "Ahora estamos pidiendo que esta inspección se haga otra vez pasados dos o tres días desde su instalación", anuncia Molina.
No es necesario que los responsables del montaje tengan algún tipo de acreditación. Si se trata de una atracción pequeña, la monta su propietario y otros miembros de su familia; si es una grande, como una montaña rusa, la instalan especialistas, pero tanto unos como otros sólo reciben un cursillo que ofrece la empresa fabricante.
Permisividad en los pueblos pequeños
"La seguridad que se pide en Zaragoza probablemente es mayor que la que se pide en un pueblo pequeño, donde son más permisivos porque van menos atracciones y normalmente más antiguas", confiesa Molina. Los aparatos de segunda mano a la venta deben tener al día sus revisiones e inspecciones y su certificado de fabricación. Aunque la caducidad de las atracciones depende de las modas y de si hacen taquilla, las que tienen más años suelen montarse en pequeñas localidades donde hay menos oferta.
La instalación accidentada en Villacañas la habían comprado hacía unos cuatro años. Ese modelo, el Extrem o Telaraña, está en el mercado desde hace ocho años y nunca había dado ningún problema, asegura Molina. "Montamos las atracciones cada 10 o 15 días, convivimos con ellas, son un miembro más de nuestras familias. Notamos si hacen algún ruido diferente", afirma.
Norias en barrizales
Molina se queja de que algunos ayuntamientos les siguen ofreciendo "descampados, que se convierten en barrizales cuando llueve para montar las instalaciones". Por ello, desde CEIF raclaman a las administraciones locales que "se pongan las pilas" porque les mandan a montar a cualquier sitio. "Pasan un poco del tema, nos van echando a las afueras y una atracción de 50 toneladas no puede instalarse en un campo porque si llueve se hunde hasta el cogote", critica Molina. Los feriantes piden que, al menos, el terreno esté asfaltado porque si hay desniveles "tenemos que empezar a calzar la instalación con tacos", explica.
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