Los siniestros trampantojos callejeros de Dan Witz

  • El veterano artista urbano recrea respiraderos, mallas metálicas y pequeñas celdas que dejan ver escenas tenebrosas en el interior.
  • Instala sus intervenciones en carreteras, autopistas y puentes para que los descubran los conductores en los atascos.
  • "Exploro nuestra tendencia colectiva a andar dormidos. Inserto detalles atroces a la vista de todos, pero en lugares poco visibles".
Una de las obras de Dan Witz en la Grand Central Parkway, una carretera de Nueva York
Una de las obras de Dan Witz en la Grand Central Parkway, una carretera de Nueva York
Dan Witz
Una de las obras de Dan Witz en la Grand Central Parkway, una carretera de Nueva York

"Mi objetivo es hacer arte ante tus narices sin que el 99% de los que pasan por allí se den cuenta". El estilo de Dan Witz no es llamar la atención. En el arte callejero busca la rendija de la sutileza.

Su última aventura: fabricar respiraderos, mallas metálicas y pequeñas celdas misteriosas que esconden personajes siniestros y escenas escalofriantes.

Son trampantojos modernos de personas atrapadas, pies colgando, las manos de un prisionero que intenta escapar, la cara de un mono asustado...

"Trato de explorar nuestra tendencia colectiva a andar dormidos. Inserto detalles atroces a la vista de todos, pero en lugares poco visibles.  Si alguien encuentra una de mis obras, quiero que se pregunte qué más se habrá perdido por falta de atención", explica este artista nacido en 1957 en Chicago (EE UU).

Pasajes, túneles, puentes, carreteras y autopistas son el escenario que añade sordidez a las intervenciones artísticas. Los espectadores, casi siempre víctimas de los atascos en las grandes ciudades estadounidenses: "Son un público cautivo. Miles de ellos están atrapados en un coche a diario".

"¿Eso era una persona amordazada?"

Al verlos, frescos y nuevos, cuesta creer que detrás de estos trampantojos haya un artista tan veterano y apasionado como para haber dedicado treinta años de su vida al arte callejero.

Witz empezó en 1979 dibujando colibríes diminutos e hiperrealistas en las paredes de Nueva York. Sus instalaciones se distinguían por estar especialmente elaboradas.

Cuando a finales de los noventa la represión contra el arte callejero se recrudeció, tuvo que adaptarse: "Hago las piezas en el estudio y las instalo en el lugar en menos de diez segundos. Me encanta esta ironía. El nuevo sistema me permite hacer más arte callejero que si las autoridades me dejaran tranquilo".

El precio a pagar es no ver la reacción del que dude de la veracidad de la imagen. "¿Eso era una persona amordazada?" "¿Hay ahí dentro un cuerpo?", podría preguntarse el observador que descubre la escena desde el coche.

Señales de prohibido el paso tuneadas, edificios con narices rojas, pegatinas de ojos repartidas por el mobiliario urbano...  Witz tiene un largo historial de detalles.

No había reunido nunca todos estos testimonios callejeros hasta la publicación del libro Dan Witz In Plain View (Dan Witz a la vista) (Gingko Press, 2010), una recopilación de su paso por la vida urbana que culmina con los tenebrosos trampantojos que ahora abandona en las carreteras.

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