K. Harutyunyan «El artista no sirve a nadie, porque el arte es libre»

Nació en Gyumri (Armenia) en 1955, pero desde hace 15 años, Karó vive del arte en Bilbao. Empezó a pintar de pequeño y lo sigue haciendo, últimamente sobre espejos.
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Karapet Harutyunyan, más conocido como Karó, se define como armenoide. Es un pintor del Este que no busca la fama ni el dinero. Sólo quiere vender óleos para poder realizar un proyecto artístico que anhela desde hace años.   

Sus obras de arte persiguen un sueño, uno que le hizo despertarse sobresaltado una noche cuando sólo tenía cinco años, tras sentir la mirada de una bella mujer en un campo de fútbol. Han pasado muchos años desde entonces, pero él sigue en los vericuetos del arte.

China, la URSS, Alemania... son algunos de los países donde ha mostrado su pintura. En España aterrizó a finales de los ochenta en la muestra 50 años de arte soviético, que se pudo ver en Barcelona, Madrid y Vitoria.

En 1990 llegó a Bilbao. La desaparecida Art Internacional Gallery acogió una muestra individual suya que luego se inmortalizó en un libro. En sus cuadros dominaban los motivos religiosos y el color.

Se declara un admirador de Jesucristo, pero rechaza ser cristiano y otras etiquetas religiosas. A él sólo le interesa la espiritualidad.

Su objetivo es explorar los caminos del arte. Y para eso no necesita pinceles. Con una escoba pintó, por ejemplo, una de las acuarelas, que se mostraron en una muestra internacional.

En su juventud, fue uno de los artistas soviéticos más destacados y tuvo su oportunidad de triunfar y acomodarse, bajo el último Gobierno de la URSS, pero no quiso plegarse a los dictados de nadie. «El artista no sirve a nadie, a ningún interés. El arte es libre».

Sus últimas obras integran  Armas secretas, una exposición en el hotel Indautxu con campos de fútbol y cruces pintadas con su propia sangre y sus manos. Sigue los vericuetos del arte y dice buscar «el elemento inmutable en el arte».

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