Sus obras de arte persiguen un sueño, uno que le hizo despertarse sobresaltado una noche cuando sólo tenía cinco años, tras sentir la mirada de una bella mujer en un campo de fútbol. Han pasado muchos años desde entonces, pero él sigue en los vericuetos del arte.
China, la URSS, Alemania... son algunos de los países donde ha mostrado su pintura. En España aterrizó a finales de los ochenta en la muestra 50 años de arte soviético, que se pudo ver en Barcelona, Madrid y Vitoria.
En 1990 llegó a Bilbao. La desaparecida Art Internacional Gallery acogió una muestra individual suya que luego se inmortalizó en un libro. En sus cuadros dominaban los motivos religiosos y el color.
Se declara un admirador de Jesucristo, pero rechaza ser cristiano y otras etiquetas religiosas. A él sólo le interesa la espiritualidad.
Su objetivo es explorar los caminos del arte. Y para eso no necesita pinceles. Con una escoba pintó, por ejemplo, una de las acuarelas, que se mostraron en una muestra internacional.
En su juventud, fue uno de los artistas soviéticos más destacados y tuvo su oportunidad de triunfar y acomodarse, bajo el último Gobierno de la URSS, pero no quiso plegarse a los dictados de nadie. «El artista no sirve a nadie, a ningún interés. El arte es libre».
Sus últimas obras integran Armas secretas, una exposición en el hotel Indautxu con campos de fútbol y cruces pintadas con su propia sangre y sus manos. Sigue los vericuetos del arte y dice buscar «el elemento inmutable en el arte».
Comentarios
Hemos bloqueado los comentarios de este contenido. Sólo se mostrarán los mensajes moderados hasta ahora, pero no se podrán redactar nuevos comentarios.
Consulta los casos en los que 20minutos.es restringirá la posibilidad de dejar comentarios