La investigación se inició en mayo de 2005 a partir de la denuncia de una de las chicas, que estaba siendo extorsionada. La captación se hacía en Rusia, donde les facilitaban el visado y el billete de avión con la promesa de un sueldo mensual de 6.000 euros.
Llegaban al aeropuerto de Almería desde donde eran trasladadas a Granada, concretamente al club de alterne Punto G, en una de las calles del barrio Fígares.
El prostíbulo servía de base de operaciones a la red, que repartía a las chicas entre varios proxenetas de otros clubes o pisos ilegales de citas. De hecho, en el mismo edificio donde está situado el club Punto G, la red disponía de uno de estos pisos ilegales, justo encima del local, al que podían acceder directamente con los clientes por una puerta que comunica con el portal desde el establecimiento. En este piso, casi una decena de chicas ofrecían sus servicios, mientras que dentro del local el número de mujeres prostituidas llegaba a la veintena.
El negocio cuenta con varias habitaciones pequeñas en las que los clientes podían pedir una de las consumiciones, denominada ‘champán grande’ y que además del espumoso incluía servicios sexuales a 90 euros la hora.
Además, muchas de estas mujeres trabajaban fuera del club. Eran recogidas en coches privados o en taxi todas las noches para llevarlas a otros lugares. Por una cantidad cercana a los 600 euros, los proxenetas podían disponer de una chica durante todo un fin de semana para llevarla a otra provincia o explotarla donde quisieran.
Testigos presenciales aseguran que en el registro del piso y el club se requisaron varias mochilas y bolsas de basura, además de un bate de béisbol. De los 33 detenidos, 30 son mujeres rusas –la mayoría por estancia ilegal–, más un argentino y dos españoles.
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