El estanco, lleno

Hablar con su propietario, Marcos Boya, es difícil: «Rápido, que no me cabe la gente». Él cifra en «un 90%» la clientela de Francia.

Este ejemplo también es extensible a otros municipios limítrofes con Francia, sobre todo los más pegados, como La Seu d’Urgell, La Jonquera o Bossost. Allí cuentan por cientos esta clientela tan peculiar. Cada uno se lleva una media de una decena de cartones.

A mitad de precio

El tabaco es sólo uno de los productos que atraen turistas. «La gasolina y los licores también se venden más baratos», explica el alcalde de Les, Emili Medan. «Son comercios totalmente orientados a los franceses», dice.

Según datos de la tabaquera hispanofrancesa Altadis, comprar un paquete de Fortuna, Nobel o de Ducados Negro cuesta 2,20 1 en España, después de la subida de entre 20 y 25 céntimos el pasado febrero. En cambio, en Francia, el precio puede llegar a los cinco euros.

«Estos visitantes suelen ser parejas o familias que vienen a pasar el día aprovechando que las distancias son escasas. Compran lo que necesitan, comen y pasan una jornada de ocio. Eso, a nosotros, nos beneficia mucho», destaca Medan.

Cigarros, pero ante todo, nieve

El turismo a la búsqueda de productos con impuestos reducidos es sólo una fuente para las comarcas pirenaicas. La nieve las mantiene en vida. Ya han cerrado las estaciones de esquí nórdico y las de alpino apurarán el calendario. Está a punto de acabar una temporada de 140 días «con un balance bastante positivo», según el director de Turisme de la Diputació de Lleida, Xavier Moncayo. Se preveía vender 2,45 millones de forfeits y generar un volumen de negocio de 370 millones.